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REVISTA GENERAL DE MARINA JULIO 2016

TEMAS GENERALES «Chifle especial de plata, de boya esférica y cañuto suficientemente largo para ser modulado en la palma de la mano, a base de crear una cavidad con los cuatro dedos de aquélla, artificio que unido a la potencia del soplido y a ciertos movimientos y posiciones de la lengua se pueden pronunciar las vocales o e i con sus diptongos io, oi y oí como las consonantes g, sólo delante de la i, rr y t con lo que tenemos suficiente para arbitrar un lenguaje que, aunque corto, basta para emitir auténticas palabras y aun sencillas oraciones en número que sorprende y que no pocos nostramos aumentan convencionalmente, según su habilidad.» Siguiendo el trabajo recopilador de Cesáreo Fernández Duro, el chifle arranca del siglo XVI, seguramente por carecer de testimonio literario anterior, asegurando también que «El divertido y minucioso Fray Antonio de Guevara no lo menciona, y, sin embargo, en uno de los paños de la tapicería de la Conquista de Túnez, jornada a la que asistió el Obispo de Mondoñedo, no pasó inadvertido para Vermayen», en referencia al pintor de aquellos cartones, artista y testigo en la misma jornada. Tato afirma que algunas marinas lo hicieron «insignia de mando», siendo visible su ostentación, por ejemplo en el Museo del Louvre, sobre la estatua del almirante Felipe de Chabot, atribuida a Jean Cousin. Según el mismo Guillén Tato (26), «consta que a punto de ser apresado un Almirante inglés en el combate de la Rochela arrojó al agua el suyo de oro para restar este trofeo al vencedor», el mismo instrumento que en las marinas de Aragón y de Castilla era «distintivo preciadísimo de guardianes y contramaestres, quienes lastraban con cera a su gusto el interior de la boya hasta conseguir el tono o timbre personal preferido que los distinguía, para orgullo de su silbar altanero». En el tiempo de las galeras, uno de los oficios de tradición e importancia era el cómitre, quien servía para el gobierno del barco y el castigo de la chusma. Por lo anterior, el pito marinero y el corbacho son los instrumentos que tiene siempre a mano. Como se puede extraer de los diferentes relatos, el cómitre era algo así como el alma del barco (27). Lope de Vega cita en unos versos el pito marinero y la vestimenta de los galeotes, como lo desempeñó el Guzmán de Alfarache: «No despierto al sonoro / pito ni al alba risueña; / acudo almilla o capote, / el bonete o la cadena». En el Quijote se encuentran también muchas alusiones a estos personajes: «Con otras no menos corteses razones le respondió don Quijote, alegre sobremanera de verse tratar tan a lo señor. Entraron todos en la popa, que esta- (26) Ibídem. (27) FERNÁNDEZ DURO, Cesáreo: La vida en la galera preguntada por un caballero de Sevilla a un galeote de la misma ciudad, 1876, tomo II. 20 Julio


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