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REVISTA GENERAL DE MARINA JULIO 2016

TEMAS GENERALES Para ello utiliza los buques que representan la cumbre evolutiva de la construcción naval velera: los navíos de línea del siglo XVIII. P. Penagos presta especial atención a los inigualables tres puentes, todos los cuales ha representado al menos una vez en diversas acciones históricas o situaciones comunes. Pero la nómina de barcos de dos puentes es tan extensa como su obra, y muchos de los más conocidos han protagonizado algunas de sus composiciones. Completan la panoplia de sus hermosas marinas diversas fragatas, corbetas o incluso balandras, trabando combate con sus homólogas británicas; hasta las lanchas cañoneras adquieren protagonismo en alguna de las escenas que ha plasmado. Los cuadros representan determinados momentos de batallas, como las de Tolón, San Vicente o Trafalgar; muestran la lucha de un Glorioso ya parcialmente desarbolado, la captura del convoy inglés a América por Luis de Córdoba en 1780 o la caza cerca de Dragonera de la fragata Iphigénie por el tres puentes Reina Luisa al mando de Juan de Lángara, así como multitud de combates singulares entre unidades españolas y británicas. Una exposición como esta es una invitación a indagar con denuedo y con orgullo en la historia de nuestra Armada, tanto como un canto a la belleza: todas las obras de P. Penagos son hermosas, equilibradas y ligeras, pero transmiten una extraña fuerza propia de los gigantes de madera o del dramatismo de los momentos que muchas representan. Lecciones amables de arquitectura naval Lo más sorprendente para quien conoce un poco la evolución de la construcción naval hasta la llegada del vapor es el absoluto dominio de las características constructivas de estos buques por parte del pintor. Cada cuadro es una pequeña lección de arqueología naval. El detalle se marca hasta la extenuación. Que nadie espere ver en un «Gautier» las mesas de guarnición a distinto nivel, o cintas (y no cintón) a partir de las innovaciones introducidas por Jorge Juan. No habrá portones en las troneras de la batería superior, ni velas en la verga seca del palo de mesana. Además, los navíos de 70 cañones tendrán… 70 cañones, y no 74, es decir, carecerán de artillería en el castillo. Cuando uno admire un cuadro de P. Penagos, sabrá que está observando un barco tal como era en la época en la que surcaba los mares, sin lanchas fuera del combés o colgadas en el espejo de popa, ni botavaras en las fragatas de principio de siglo, o banderas de comienzos del XIX en naves de centurias anteriores. En estos cuadros no hay rastro de esa miríada de errores, incluso menores, que hacen las delicias de los más polillas al observar la gran mayoría de maquetas y de pinturas que pueblan nuestros museos. 54 Julio


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