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REVISTA GENERAL DE MARINA JULIO 2016

TEMAS GENERALES Pero sin duda lo que más llama la atención de estas pinturas es su luz. Acostumbrados a la tenebrosidad que acompaña a gran parte de los cuadros que reflejan batallas navales en la época de la vela, contemplar la luminosidad y el brillo de estas escenas, propias sin duda de los cielos españoles o americanos en los que estas se enmarcan, parece a priori casi un sacrilegio, un desafío a Turner y a la prolífica escuela holandesa que nos deleita con sus bajeles del XVII en el museo marítimo de Ámsterdam. Utilizar pintura acrílica en vez de óleo lo facilita. El resultado es impactante por inusual y demuestra que el dramatismo puede estar tanto en la claridad reveladora de un combate bajo el sol como en la niebla, la tormenta y las nubes de pólvora quemada que juegan a introducir al espectador en la incertidumbre que envuelve la suerte de quienes protagonizan la acción. Y es que el realismo es la marca de la casa, realismo en las proporciones, en la pintura de los cascos, en los pabellones, en todos los detalles de los buques no deliberadamente alterados, que alguno hay, y el autor lo confiesa divertido, en el cielo casi siempre azul pero trufado de nubes, en la mar algo encrespada, en las arboladuras también, que parece que vayan a empujar a los navíos fuera del plano de la propia tela. Una exposición así es una lección de historia, un subidón de orgullo y un canto al esfuerzo y al trabajo bien hecho, y uno se percata de la enorme cantidad de horas que hay que robarle al tiempo libre para poder completar cada una de las obras. Epílogo Dado que la publicación de esta reseña se producirá después que haya acabado la magnífica muestra, solamente queda invitar al lector de la REVISTA GENERAL DE MARINA a indagar en la obra de P. Penagos en la red, o a merodear por su librería de cabecera, buscando un libro que recoja su obra y que se está elaborando. Quien recale en Santander, que no dude en visitar el MMC, dirigido en la actualidad por Gerardo Castrillo, que aun ya sin esta exposición es una visita que merece la pena hacer, la perfecta guinda al final de un delicioso paseo que puede comenzar en el centro de la capital, desde la Plaza de las Atarazanas, donde en la Baja Edad Media se construían las galeras, deslizarse a lo largo del Paseo de Pereda, pasando por Puertochico y fondear junto al recientemente rehabilitado dique de Gamazo, huérfano de barcos ahora, una vez que los representantes públicos locales declinaron varar allí la fragata Extremadura, pese a los esfuerzos de la Asociación de Veteranos de la Armada, al estudio de viabilidad técnica y económica favorable del entonces director de la Escuela de Náutica de la Universidad de Cantabria, Carlos Pérez, y al entusiasmo de otras asociaciones, como la de los capitanes de yate. 2016 55


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