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REVISTA GENERAL DE MARINA JULIO 2016

tema, ya que algunas de las características básicas del filo pueden haber sido modificadas, reducidas o eliminadas en el transcurso de la evolución. Es el caso de la concha externa de carbonato cálcico, que se presenta en la mayoría de los moluscos como seña de identidad y que se inventó como coraza protectora ante los depredadores y después como confortable vivienda trasladable. Los cangrejos ermitaños saben mucho de su utilidad. Pues bien, en las sepias se transforma en una concha interna, el llamado sepión que los criadores de canarios y pájaros cantores RuMBO A LA VIDA MARINA Esquema de un nautilus. Destacamos la caperuza, la rádula como seña identitaria de los moluscos, el sifón propulsor, los compartimentos estancos y el sifúnculo que los comunica entre sí y con el animal. (Cortesía de García Meseguer, www.malacología.es). cuelgan en el interior de sus jaulas como aporte de calcio; y en los calamares se ve reducida a una flecha semirrígida que parece de plástico y se llama «la pluma», mientras falta totalmente en los pulpos a excepción del nautilus, que es el único cefalópodo viviente que tiene una concha externa bien desarrollada y hermosa, como pronto veremos. El retrato clásico del molusco incluye el pie, o mejor el cefalopié, que contiene los órganos sensoriales —cantábamos de niños: «caracol, col ,col, saca los cuernos (los ojos pedunculados) al sol»— y motores (el cefalopié es la suela del zapato del caracol, modificada en almejas y compañía, con forma de hacha no apta para la locomoción, pues son sedentarios). Al final del pie puede aparecer un opérculo duro, que es la placa que actúa de puerta de seguridad de la casa. Adjunto al pie hay una masa visceral que contiene órganos muy desarrollados, como son el digestivo, el reproductor y el excretor y, rodeando gran parte del bicho, un manto que es un tejido que parte de un pliegue de su dorso corporal, envuelve la masa visceral y es el encargado de fabricar la concha. Entre el manto y la masa visceral se produce una oquedad —la cavidad del manto— donde vierten sus productos de desecho los tres aparatos citados. Un órgano genuino de los moluscos, aunque falta en los bivalvos, que no lo necesitan, es la rádula, una correa móvil festoneada de dientes y que recuerda la típica sierra mecánica de cortar árboles. Aparte de roer las algas que comen, la rádula trasiega el alimento desmenuzado en dirección al estómago y, al ser evaginable en muchos casos, funciona como auténtico berbiquí en aquellos moluscos que son carnívoros y perforan las 64 Julio


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