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EJERCITO DE TIERRA ESPAÑOL 900

sus preocupaciones mundanas, así como las condiciones sociales y políticas que afectan al flujo y reflujo del patriotismo, y su influencia política y cultural»6. En segundo lugar, al menos en el uso moderno, «el amor del patriota por su país no se limita a la tierra y los que viven en ella, sino que también abarca al Estado y a sus ciudadanos. La patria no es un mero término geográfico, sino también es un término político»6. En tercer lugar, hay, obviamente, «un considerable solapamiento entre el país y la nación, y por lo tanto entre el patriotismo y el nacionalismo: mucho de lo que se aplica a uno también se puede aplicar al otro»6. En este último comentario conviene matizar que solo es aceptable el solapamiento cuando el Estado con el que se identifica el patriota es étnicamente homogéneo, algo que no ocurre en casi ningún país del mundo. Especialmente en 46  REVISTA EJÉRCITO • N. 900 ABRIL • 2016 los Estados-nación europeos surgidos en la era moderna tras la desaparición del feudalismo. PATRIOTISMO Y LIBERTAD Por su importancia, hemos querido tratar en un apartado diferente la relación entre patriotismo y libertad, o más bien la identificación que se hace del patriotismo con la libertad, la democracia y los valores constitucionales. La idea no es nueva, ni siquiera nació con los filósofos de la Ilustración en el siglo xviii. Tiene su origen en Atenas y su definición más clara es la famosa oración fúnebre de Pericles (495-429 a. C.), un prominente ciudadano ateniense, general y político que ante la tumba de unos soldados griegos caídos en batalla pronunció las siguientes palabras recogidas por Tucídides en su Historia de la Guerra del Peloponeso: «Tenemos un régimen de gobierno que no envidia las leyes de otras ciudades, sino que más somos ejemplo para otros que imitadores de los demás. Su nombre es democracia, por no depender el gobierno de pocos, sino de un número mayor, de acuerdo con nuestras leyes, cada cual está en situación de igualdad de derechos en las disensiones privadas, mientras que según el renombre que cada uno, a juicio de la estimación pública, tiene en algún respecto, es honrado en la cosa pública; y no tanto por la clase social a que pertenece como por su mérito, ni tampoco, en caso de pobreza, si uno puede hacer cualquier beneficio a la ciudad, se le impide por la oscuridad de su fama. Y nos regimos liberalmente no solo en lo relativo a los negocios públicos, sino también en lo que se refiere a las sospechas recíprocas sobre la vida diaria, no tomando a mal al prójimo que obre según su gusto, ni poniendo rostros llenos de reproche, que no son un castigo, pero sí penosos de ver. Y al tiempo que no nos estorbamos en las relaciones privadas, no infringimos la ley en los asuntos públicos, más que nada por un temor respetuoso, ya que obedecemos a los que en cada ocasión desempeñan las magistraturas y las leyes, y de entre ellas, sobre todo a las que están legisladas Pericles, general y político ateniense


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