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EJERCITO DE TIERRA ESPAÑOL 899

cambios solo cuando coincide con sus propias visiones, pero ignora las transformaciones locales o autónomas. En resumen, Europa no supo entender al islamismo moderado y prefirió apoyar a los regímenes autoritarios que le proporcionaban seguridad y estabilidad, o eso al menos es lo que los europeos creían o siguen creyendo. Desde el año 2004 la UE está empeñada en «promover reformas políticas, desarrollo económico y buen gobierno» además del «fortalecimiento institucional» enfocado particularmente en Argelia, Egipto, Jordania, Líbano, Libia, Marruecos, Palestina, Túnez y Siria. A cambio de esa agenda de cooperación europea, se esperaba que la mayoría de estos países siguieran los valores y principios europeos de respeto al imperio de la ley, derechos humanos, buen gobierno y economía libre de mercado. Sin embargo, esa estrategia no está dando resultados, quizá porque hay que adaptarla a las particularidades de cada país, pero la UE parece no entenderlo. Quizá sea porque los europeos quieren mantener la seguridad y estabilidad en la zona a cualquier precio para mantener el acceso a los vitales recursos energéticos y para garantizar las rutas comerciales marítimas, importándoles bien poco las sociedades locales. Parece que el bien justifica los medios, en contra del mismo principio que tutela las democracias liberales occidentales. La visión estratégica de la UE era promover la democracia en los países MENA para fortalecer la seguridad europea. Sin embargo, las políticas europeas hacia los países MENA han estado llenas de falta de entendimiento sobre los movimientos sociales en los países, falta de conocimiento de los cambios en las sociedades y una serie de contradicciones internas que se ponían de manifiesto en la divergencia entre los intereses de los europeos del sur y del norte y la falta de armonía entre los intereses de la UE y los de algunos países, en particular Italia, Francia y el Reino Unido, que negociaban acuerdos bilaterales al margen de la UE. En el año 2005, al cumplirse los diez años del Proceso de Barcelona, que iniciaron los países del sur de Europa, en particular España, se realizó una evaluación del mismo cuya principal conclusión fue que el «vínculo entre reforma económica y liberalización política» había fallado en los países MENA. La reforma económica no era capaz de 114  REVISTA EJÉRCITO • N. 899 MARZO • 2016 facilitar ni dar paso a la reforma política tal y como esperaban los europeos. Aliboni, de nuevo, menciona que Europa comenzó en el año 2015 con la idea de promocionar desarrollo y democracia para conseguir estabilidad y seguridad en la zona, pero el radicalismo islámico llevó a la UE a preferir la estabilidad a la democracia y la seguridad al desarrollo, sin analizar las razones por las que los radicales se habían impuesto. La estrategia de seguridad se impuso a la de cooperación económica favoreciendo a los dictadores locales. Además, la crisis económica y financiera aceleró las desigualdades en los países MENA favoreciendo, aún más, el ascenso de los radicales y con ello, entre otras causas, propició las revueltas árabes y la causa de la adhesión de miles de jóvenes a movimientos yihadistas que les facilitaban un marco de referencia, algo en qué creer, dinero y una forma de combatir contra gobiernos corruptos que no solucionaban nada. Esto tampoco lo supo entender la UE y evidencia el abismo entre la retórica europea y el apoyo a regímenes autoritarios locales. Quizá habría que retomar el Proceso de Barcelona por iniciativa de los países del sur de Europa, pero por el momento ni Italia, ni Grecia, ni España tienen capacidad política para retomar el proceso ni liderarlo dentro de la UE y Francia está más interesada en el África Subsahariana y francófona, particularmente en Malí y República Centroafricana, para controlar el Sahel y en reforzar sus relaciones bilaterales con los países del norte de África, que llevar a cabo políticas concertadas con los países de la UE. En fin, la cautela conservadora de la UE se mantiene mientras que los países MENA se enfrentan a graves problemas de seguridad y de tensión geopolítica en particular en Libia, Siria, Irak con el trasfondo del conflicto palestino israelí y el acuerdo histórico entre Irán y el Grupo de las Cinco naciones del pasado mes de diciembre que permitirá a Teherán servir de equilibrio en Oriente Medio y renacer como potencia regional. En definitiva, cualquiera que sea el movimiento de los actores regionales, el de la UE debería estar encaminado a cambiar de política en el área, dejar de apoyar a las élites y gobiernos autoritarios y empezar a cooperar a favor de un cambio político y democrático en el área. Para ello debe empezar por reconocer


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