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Revista General de Marina 270_1

VIVIDO Y CONTADO también el excelente servicio de cocina, los conciertos de la tarde y el cine de verano. Navegar en un gran velero es de las sensaciones más completas, silenciosas y satisfactorias que una persona puede disfrutar, pues todo cuanto acontece es nuevo y digno de admiración, por mucho que se haya hecho en otros veleros o a motor, más aún cuando se suma el amor al mar y a la Armada. El domingo, en la misa, se cantó la Oración y la Salve, nada más impresionante y espiritual que aquellas cosas que se hacen en el sitio adecuado: bajo el cielo y sobre el mar. Ese mismo día, antes del concierto, el comandante, que ya nos había dado la bienvenida al embarcar, se despedía de todos nosotros con sus mejores palabras y deseos, siendo contestado por el comisionado por los invitados, un teniente general del Ejército del Aire, de forma sentida, agradecida y deseando larga vida al Elcano. La última noche fue un tanto movidita, unos tenían pocas ganas de acostarse y otros prisa por levantarse, hasta que la diana floreada puso a todos los invitados en la misma situación. Hacía tiempo que habíamos superado la desembocadura del Guadiana y nos estábamos aproximando a la del Guadalquivir. Hace 50 años, navegando de día en demanda de Cádiz, se veía emerger tras el horizonte el blanco caserío de Rota; de noche, lo primero que destacó fueron los destellos del faro de Chipiona, cuya altura fue subiendo y comenzaron a verse las luces del pueblo; poco después las de Cádiz y su faro, mientras por babor se divisaban las de Rota y el faro de su Base Naval. El rumbo al punto de recalada de la canal de acceso a Cádiz, de día o de noche, proporciona una imagen única, de una belleza sin igual. Conforme avanzábamos se hacía más clara la estructura del nuevo puente, por entonces en construcción; la del alba sería, como escribe Cervantes, cuando apareció la sierra de Grazalema a contraluz sobre el fondo rosa violáceo del amanecer, inolvidable. Práctico a bordo, saludo al cañón a la Galeona, babor y estribor de guardia y, a la hora prevista, atracados al muelle de Cádiz. Recepción a las autoridades civiles y militares, música, saludo a la voz y al cañón. Los tres vivas a España, del saludo a la voz, fueron contestados con una vibrante descarga cerrada de voces plenas de pasión y emoción de todos los invitados; así concluía el LXXXV crucero de instrucción. La Armada nos había ofrecido, a lo largo de cuatro días, la única y gratificante oportunidad de volver al mar en su buque más emblemático. 2016 95


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