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REVISTA GENERAL DE MARINA 270-4 SUP CERVANTES

nales, pese a que no existían en España los medios para llevarlo a cabo. Apenas publicada la ley, el Gobierno sacó a concurso la construcción de tres cruceros de faja blindada y tres cañoneros-torpederos. El concurso fue ganado, en liza con otros del resto de España, por un grupo del País Vasco, formado por el empresario José María Martínez de las Rivas, asociado con el constructor naval inglés Charles M. Palmer. Una vez firmado el contrato con el Estado para la construcción de tres cruceros —que serían el Infanta María Teresa, el Almirante Oquendo y el vizcaya—, la sociedad Martínez Rivas Palmer, constituida exclusivamente para presentarse al concurso, montó la factoría Astilleros del Nervión. TEMAS GENERALES Almirante Rodríguez Arias. La adjudicación estuvo precedida por una lucha de intereses librada en la prensa nacional entre los distintos grupos licitadores. Por parte de la corporación vasca, la campaña la llevó El Noticiero Bilbaíno, órgano de expresión de Martínez de las Rivas, que mientras se llevaban a cabo las negociaciones en Madrid atacaba a los articulistas de otros periódicos madrileños, gaditanos o coruñeses que defendían los intereses de los astilleros de Cádiz y Ferrol, mientras que hablaba de la desastrosa situación de la Armada española, hipotecada por la compra de buques en el extranjero ante la incapacidad de la industria naval del Estado, y de la necesidad de asociar la Marina de Guerra con una industria nacional. Problemas en la gestión de la factoría y disensiones entre los socios motivaron el retraso en las obras de los cruceros y provocaron que en marzo de 1892 el Gobierno asumiese el control de los astilleros, que en el mes de abril de ese año suspendieron pagos. En aquel momento se habían pagado ya treinta y dos millones de pesetas, aunque las obras realizadas en la construcción de los cruceros no alcanzaban ese valor, resultando finalmente un encarecimiento sobre el estipulado de dieciséis millones y medio. En defensa de los astilleros, El Noticiero Bilbaíno comenzó entonces a criticar los gastos de Marina: su 580 Mayo


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