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REVISTA GENERAL DE MARINA 270-4 SUP CERVANTES

MIGUEL DE CERVANTES SAAVEDRA, SOLDADO DE MARINA fatigaba tanto como oír y ver a cada paso las jamás vistas ni oídas crueldades que mi amo usaba con los cristianos. Cada día ahorcaba el suyo, empalaba a éste, desorejaba a aquél, y por tan poca ocasión y tan sin ella, que los turcos conocían que lo hacía no más de por hacerlo, y por ser natural condición suya ser homicida de todo el género humano. Allí estuvo Cervantes encerrado desde finales del año 1577, con gran vigilancia. Sin embargo, ninguna de estas desgracias le arredraban; bien pronto encontró el medio de intentar de nuevo recobrar su libertad perdida. Envió en secreto a un moro con cartas para don Martín de Córdoba, general de Orán, y para otras personas principales de aquella plaza, en las cuales les pedía enviasen algunos espías o personas de confianza con quienes pudiese huir él y otros tres caballeros que estaban cautivos en el mismo baño del rey. Salió el moro con las cartas y antes de llegar a Orán fue detenido por otros moros, que se apoderaron de las cartas y se lo llevaron preso a Argel. El rey lo mandó empalar, aunque murió sin declarar nada; pero aquél, al ver la firma de Cervantes, ordenó que le diesen a éste dos mil palos, lo que quedó sin efecto por los ruegos y empeños que se interpusieron a su favor; accedió el tal bárbaro, pese a que poco tiempo antes había mandado diesen igual castigo, en su presencia, a tres cautivos españoles que también habían intentado huir a Orán. Pese a todas estas desgracias no se arredraba Cervantes, siempre pensando en conseguir su liberación y la de sus compañeros, y así nos dirá: Jamás me desamparó la esperanza de tener libertad; y cuando en lo que fabricaba, pensaba y ponía por obra, no correspondía el suceso a la intención, luego sin abandonarme fingía y buscaba otra esperanza que me sustentase, aunque fuese débil y flaca. Con esto entretenía la vida, encerrado en una prisión o casa que los turcos llaman baño, donde encierran los cautivos cristianos, así los que son del rey como de algunos particulares, y los que llaman del almacén, que es como decir cautivos del concejo, que sirven a la ciudad en las obras públicas que hace y en otros oficios, y estos tales cautivos tienen muy dificultosa su libertad; que, como son del común y no tienen amo particular, no hay con quien tratar su rescate, aunque le tengan. En estos baños, como tengo dicho, suelen llevar a sus cautivos algunos particulares del pueblo, principalmente cuando son de rescate. También los cautivos del rey que son de rescate no salen al trabajo con la de más chusma, si no es cuando se tarda su rescate; entonces por hacerles que escriban por él con más ahínco, les hacen trabajar y ir por leña con los demás, que es unno pequeño trabajo. Se hallaba en Argel, septiembre de 1579, un granadino, conocido como el licenciado Girón, renegado español, que al abjurar de su religión, había tomado el nombre de Abderramén. Arrepentido de su mal paso, no deseaba otra cosa que volver a la verdadera fe. De todo esto se enteró Cervantes, quien le animó en todo momento a que tornase al seno de la Iglesia Católica, pensando también que le facilitaría los medios de tornar a la patria. 48 Marzo


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