CARTA DEL DIRECTOR Estimados y respetados lectores: AS últimas informaciones, procedentes tanto de organismos oficiales, instituciones privadas y de los medios de comunicación, algunas de ellas reflejadas en las páginas de esta REVISTA, indican que el sector marítimo español ha comenzado a dar avante y navega por aguas más tranquilas y con horizontes más claros después de unos años de grandes dificultades. En el caso concreto de la construcción naval civil, que en su día se vio seriamente afectada por la suspensión del tax lease, posteriormente fallado a favor de España por el Tribunal Superior de Justicia de la UE, aunque en estudio de recurso por la Comisión Europea, los últimos datos parecen indicar que las perspectivas son halagüeñas; así podemos destacar que los astilleros gallegos han aumentado su cartera de pedidos un 25 por 100 en el segundo semestre de 2015. En el de defensa, Navantia, además de los programas nacionales de los submarinos S-80 y de la segunda serie de los BAM, ha reforzado su presencia en Australia, donde consolida sus opciones a corto plazo y las mejora en el medio y largo en los programas previstos en dicho país, al tiempo que ha dado un gran paso con el programa de corbetas para Arabia Saudí. Por otro lado, la empresa estatal se encuentra inmersa en el proceso de diversificación de su producción en el ámbito de la construcción naval civil, con los petroleros Suezmax, el flotel para Pemex, la cartera de reparación de varios buques y su incursión en el campo de la construcción de estructuras para campos eólicos, además de impulsar iniciativas como el Astillero 4.0 y la digitalización completa del proceso productivo. La industria naval militar está estrechamente vinculada a la Defensa nacional, por lo que el mantenimiento del nivel tecnológico del sector de la construcción naval militar es esencial para España si se quiere tener independencia estratégica, y más aún en estos instantes de grandes e impredecibles incertidumbres. Por ello es importante que Navantia se consiga situar en una posición de liderazgo entre los astilleros europeos. Además no debemos olvidar que la industria de Defensa aporta un importante valor añadido y tiene un gran efecto multiplicador en la economía nacional, «….cada euro invertido en la industria del sector genera 2,6 euros en la economía, y la actividad exportadora tiene un factor multiplicador superior a 3….». La vinculación entre la Armada y la industria naval nacional, y en especial con la de defensa, ha permitido que dispongamos de buques con el más alto nivel tecnológico, diseñados y construidos íntegramente en España y que se ajustan exactamente a las necesidades de la Defensa Nacional. Ello ha coadyuvado a que nuestra industria naval sea más 2016 571
REVISTA GENERAL DE MARINA 270-4 SUP CERVANTES
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