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BOLETIN INFANTERIA MARINA 26

HISTORIA estorbando seriamente las comunicaciones entre islas hasta su rendición incondicional o, alternativamente, ir preparando el terreno para un desembarco en un futuro sin precisar, más o menos lejano. El coste en bajas sería relativamente bajo, pero podría demorar el fin muchos meses, o incluso años, y muy probablemente habría necesitado el concurso de tropas repatriadas de Europa, lo que políticamente hubiera sido poco deseable. Logísticamente significaba desplegar el grueso de los recursos disponibles hacia China septentrional y Corea, fuera del eje principal de avance, lo que constituía una desventaja importante. La segunda opción, muy douhetiana4, era martillear la metrópoli nipona con toda la aviación estratégica disponible. No contemplaba un asalto anfibio directo a las islas, confiando todo el peso de las operaciones en la contundencia del bombardeo estratégico y al aniquilamiento de todas las infraestructuras, industrias y subsistencias en las islas japonesas. Sin embargo, a la vista del fracaso de este tipo de guerra aérea contra Alemania, en la que, pese a los grandes daños sufridos por ese país en su industria e infraestructuras, la población mantuvo su moral y fue necesario empeñar a fondo todo el potencial de los ejércitos aliados de EEUU, Gran Bretaña y la URSS para llegar a una decisión, quedaba claro que no se podría doblegar al Imperio del Sol Naciente sólo con bombardeos, que en cualquier caso serían inferiores a los empleados contra Alemania, y que, de salir bien, los plazos serían demasiado largos para ser políticamente aceptables. Tenía la ventaja, no obstante, de que produciría pocas bajas. La tercera buscaba realizar asaltos anfibios directos contra el corazón y ecumene estatal de Japón, asaltando las proximidades de la bahía de Tokio y la rica llanura de Kantó, la gran planicie donde se ubica la capital el alfoz de la metrópoli japonesa, en dos grandes operaciones: la primera sobre la isla de Kyushu, para obtener bases aéreas y navales desde las que apoyar el asalto principal; la segunda, el ataque resolutivo sobre Tokio. La ventaja más importante consistía en que se 28 BOLETÍN DE LA INFANTERÍA DE MARINA Plan general para la invasión de Japón 3La Armada había sufrido mucho con los ataques aéreos nipones en Okinawa y no quería repetir la experiencia por poco que pudiera. Los portaaviones eran blancos demasiado preciosos y vulnerables a los ataques masivos aéreos y en la larga batalla por Okinawa la US Navy tuvo importantes bajas navales y no menos de 9.781 bajas humanas , de ellas 4.907 muertos (un 51% de las bajas, una cifra altísima), debidas fundamentalmente a los kamikazes. Un ataque al Japón metropolitano supondría incrementar en mucho las pérdidas en buques de primera línea y hombres, así que prefería dar tiempo al tiempo, un factor que tal vez no fuera factible políticamente a corto plazo, pero que sin duda hubiera dado resultado a la larga. 4El general italiano Giorgio Douhet preconizaba en sus escritos, especialmente en “El dominio del aire” (1921), que la función de las fuerzas aéreas era la de dirigir todo su potencial destructor al corazón del adversario para quebrar su voluntad de vencer y su capacidad de lucha.


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