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REVISTA GENERAL DE MARINA AGO-SEPT 2016

EL ARMA AÉREA: PASADO, PRESENTE Y FUTURO. CAMINO DEL CENTENARIO... A pesar de que la historia justificó la necesidad que tienen las marinas de guerra de contar con su propia aviación embarcada, todavía se sigue discutiendo sobre ello, por lo que para acabar con esta vieja disputa conviene ir a los fundamentos, sin adentrarse en la compleja mentalidad naval, para entrever, más que sus futuros cometidos —de lo cual existe ya abundante bibliografía—, las bases sobre las que se sustenta la evolución de las operaciones aeronavales. Para ello conviene recordar los siguientes conceptos: — Arma. — Armada. — Objetivos de la Armada. — Medios para conseguirlos. — Quién debe poseer, emplear y controlar esos medios. Arma. ¿Qué es y quién debe utilizarla? No hace daño el que quiere, sino el que puede. Según la vigésimo tercera edición del Diccionario de la RAE, se entiende por Arma «el instrumento, medio o máquina destinados a atacar o defenderse». En cualquier faceta de la vida, para que una actuación tenga garantías de una ejecución eficaz, suele encomendarse a quien mayor y mejor conocimiento posee de los elementos que en ella intervienen. En el terreno militar, unos sencillos ejemplos podrán aclarar esta idea. Si se trata de introducirse entre las líneas del enemigo para sabotear un puente, desecharemos al artificiero que domina lo relacionado con los explosivos frente al soldado de operaciones especiales, pues al primero hay que adiestrarle en burlar defensas, camuflaje, lucha cuerpo a cuerpo, tiro con pistola, etc., y al último tan solo hay que decirle cómo se inicia el detonante y dejarle que haga su oficio. Si se trata de enfrentarse a fuerzas enemigas mediante fuego directo en el campo de batalla, quién mejor que un oficial de carros de combate, conocedor de las tácticas particulares de la caballería mecanizada. Y si la amenaza fuera submarina, ¿no buscaríamos el consejo de un cualificado oficial antisubmarino que entienda de las posibilidades, movimientos y limitaciones de ellos? En todos los casos el arma la pondremos en manos de quien puede hacer más daño, y no del que por mucho que lo desee no sabe realmente como infligirlo. El caso de las aeronaves militares no es distinto, su fin último es producir daño, no volar. En los ejemplos citados, la misión tiene mayores probabilidades de éxito si es ejecutada por un piloto cultivado en el entorno, se trate de operaciones especiales, de tácticas de carros o de lucha antisubmarina. El hecho de volar, por complicado que pueda resultar, no garantiza per se la consecución de los objetivos. 344 Agosto-septiembre


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