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REVISTA GENERAL DE MARINA AGO-SEPT 2016

CENTENARIO DE LA CREACIóN DE LA AERONÁUTICA NAVAL Pronto surgieron los primeros problemas logísticos, algunos tan básicos como la carencia del combustible adecuado para los pequeños Bell, que acababa produciendo plomo en las bujías. A ello se sumaba la enorme distancia física e institucional entre Marín y Madrid, que hacía que estos pequeños detalles tardaran meses en ser resueltos, eso cuando no era necesario pedir piezas del rotor de cola a un amigo de París para que se las entregara al revisor del coche-cama y llegaran lo antes posible, evitando engorrosos papeleos a costa de rozar los límites del contrabando. Para solucionarlo y encauzar toda esta actividad de apoyo, en abril de 1957 se creó el Negociado del Servicio de Helicópteros, ya en tiempos del nuevo ministro de Marina, almirante Felipe Abárzuza y Oliva. Este año, 1957, marcaría otro hito de gran trascendencia para el Arma Aérea y para el conjunto de la Armada. Para empezar y gracias a las gestiones del ministro, se incorporaron a la Armada, también en virtud del Convenio de Ayuda y Cooperación, siete nuevos helicópteros Sikorsky S-55, los famosos «Pepos», de prestaciones y capacidad operativa superior a los Bell, pensados para la lucha antisubmarina, aunque con ciertas limitaciones. De hecho, para este tipo de misiones, los S-55 debían operar por parejas, uno equipado con sónar y el otro con los torpedos, pues la potencia de su motor Pratt & Whitney de 700 CV a duras penas les permitía el calado del sónar en vuelo estaciona- 238 Agosto-septiembre


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