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REVISTA GENERAL DE MARINA NOV 2016

TEMAS GENERALES tivo bélico, organizada para atacar unidades blindades alemanas, llegó a su fin de forma brusca cuando se vio obligado a llevar a cabo un amerizaje forzoso en aguas de la bahía de Rosas. El Hellcat se hundió irremisiblemente, pero Spencer fue rescatado del agua logrando salvar la vida. En noviembre de 1979, correspondió al Tramontana II, con puerto en Rosas (Gerona), rescatar de las profundidades otro pecio. Mientras se encontraba faenando en aguas del golfo de León, sus redes atraparon los restos de un caza embarcado de la Royal Navy, que resultaron ser los del Hellcat Mk I JV111. En lugar de izar un grupo de piezas dispersas, las artes de pesca sacaron a la luz la estructura prácticamente completa del avión. Eso sí, esta presentaba toda clase de daños al haber protagonizado una toma forzosa sobre el agua. A pesar del tiempo que permaneció sumergido, todavía eran visibles algunas marcas de nacionalidad. Tal circunstancia permitiría establecer tanto la identidad del avión como las causas de su pérdida en acción de guerra. Al poco tiempo de desplegar sus efectivos aéreos en Gibraltar, los aviones del 233.º Squadron del Coastal Command se habían convertido en merodeadores habituales cercanos a la costa española del Mediterráneo. No era poca la responsabilidad que recaía sobre la mencionada unidad, vigilando constantemente los movimientos de los U-Boote de la Kriegsmarine y, caso de producirse un contacto positivo, atacar el objetivo con todo el armamento que tenían alistado. El 27 de diciembre de 1942, bajo el mando del sargento John Stewart Greaves, el Lockheed Hudson Mk IIIA FH426, perteneciente al 233.º Squadron del Coastal Command, llevaba a cabo un rutinario vuelo de observación deambulando próximo a la costa española. El Hudson formaba parte de un ambicioso operativo preparado por el Air Headquartes Gibraltar. En el programa de combate preparado para ese día se contemplaba toda una serie de misiones de carácter antisubmarino, además de proporcionar escolta y protección a los convoyes que surcaban las aguas del Mediterráneo. Para cumplir las órdenes, desde la base de Gibraltar fue despachado al aire un nutrido grupo de efectivos del Coastal Command. Sobre 16 Lockheed Hudson, seis Vickers Wellington y cuatro Consolidated Catalina recaía el peso principal del servicio, encargados de patrullar sistemáticamente la mar tratando de localizar cualquier sombra o estela que delatase la presencia de un sumergible enemigo. Aparte de ellos, un solitario Hudson se encargaba de suministrar al operativo la indispensable información metereológica que necesitaban. El FH426 había extendido su radio acción hasta deambular próximo a la costa española. No eran pocas las ocasiones en que las misiones de patrulla llevadas a cabo por los aviones del 233.º Squadron les conducían hacia tan especifica área del Mare Nostrum. Se trataba de un territorio propicio de caza para los submarinos alemanes y donde era frecuente advertir su presencia a la búsqueda de presas. En un determinado momento los receptores de Gibraltar recibieron una comunicación del Hudson. Señalaba que había avistado un 2016 637


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