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EJERCITO DE TIERRA ESPAÑOL 911

Eran polígamos, aficionados a la bebida, frugales en la comida y muy celosos del perfecto uso de su lengua. Así mismo muy solidarios compartiendo con los más pobres. Creían en los dioses Pillan, creador del mundo; Epunamun, de la guerra; y Meulen, benefactor, a los que invocaban. El malvado Guecubo es a quien atribuían las desgracias. Conservaban la tradición de un gran diluvio universal. Pensaban que las violentas tormentas de la zona eran batallas entre almas de araucanos y españoles, a tal punto que las jaleaban: si las nubes avanzaban hacia territorio español, creían que estaban venciendo los suyos y les gritaban: «¡Perseguidlos!». Si lo hacían hacia zona araucana, les gritaban preocupados: «¡Deteneos! ¡Esforzaos!». ORGANIZACIÓN MILITAR Cuando el Gran Consejo decidía hacer la guerra, se elegía generalísimo al mejor cualificado, fuese toqui, ulmen u oficial, sirviendo solo el cargo en caso de empate. En el momento de la elección quedaban cesados los demás toquis, el nuevo jefe recibía el hacha de pórfido, y era investido con todos los poderes. El toqui nombraba sus oficiales y decretaba cuántos soldados debía enviarle, como mínimo, cada ulmen. Pero por la cultura araucana, con conceptos próximos a la espartana o al bushido japonés, todo el mundo se presentaba voluntario, por lo que rápidamente movilizaban varios millares de hombres. Nombraba también un vicetoqui, siempre elegido entre la tribu montañesa de los puelches. Los araucanos nacidos débiles no eran sacrificados, como en Esparta, pero tampoco atendidos especialmente, por lo que la selección natural hacía que normalmente sobrevivieran los más robustos. Los guerreros araucanos elegían desde niños el arma que querían usar y eran adiestrados en su manejo, y luego en el combate de las unidades de ese arma, desde la infancia. También se les sometía a un duro entrenamiento físico con muchas carreras cuesta arriba. Sus instructores, durante esta larga formación, los observaban detenidamente para ver quién tenía cualidades de mando y era eso, y no su origen, lo que determinaría la elección de los futuros oficiales. Los juegos de todos los jóvenes araucanos también estaban encaminados a la preparación 86  REVISTA EJÉRCITO • N. 911 MARZO • 2017 militar. Practicaban con asiduidad el comicam, un juego de estrategia parecido al ajedrez. Ejercitaban mucho la lucha y la carrera, además del juego de pelota, que llaman pilma, que se practicaba con una esfera hecha con juncos. El pacco era un juego consistente en asaltar una fortaleza, formada por jóvenes con las manos enlazadas, y en cuyo centro estaba otro niño. El juego terminaba si conseguían apoderase de él los asaltantes o bien si, desfallecidas las fuerzas, debían abandonar la tarea. El palicam era un juego que se practicaba con una bola de madera en una llanura de media milla, señalada por ramas de árboles. Los contendientes podían ser equipos de la misma aldea o podían consistir en retos entre dos poblados o provincias, a los que acudían en este último caso multitud de espectadores. Los 30 participantes divididos en dos equipos se colocaban cada uno en frente de un contrario, armados de palos con el extremo curvado. Cuando, a una señal del árbitro, Guerrero araucano armado con una maza


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