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REVISTA DE HISTORIA MILITAR 112

EL DEBATE SOBRE EL EJÉRCITO COLONIAL EN ESPAÑA:… 105 parlamentario a la ansiedad y frustración experimentadas por la socie-dad española, consternada por la incapacidad de los Gobiernos para encauzar sin enormidades traumáticas nuestra acción en el protectorado y para organizar un adecuado ejército colonial que librara a las familias de las clases media y baja del fantasma africano. Una enmienda de Ga-briel Maura al dictamen de la comisión redactora dio insospechado pie a un debate que, comenzado un 11 de mayo, se prolongó a lo largo de 23 días. En la sesión siguiente fue ya Romanones quien subió a la tribuna para ir directamente al grano y subrayar el carácter indispensable del ejército colonial (ese que no había sabido levantar dirigiendo el Gobier-no anterior), pues pertrechados con él “el disgusto que se puede sentir en el país, no sería tan grande”; aunque admitía, como no, que un ejér-cito colonial no era improvisable. Declaró después que todo el mundo sabía desde 1909 que el Ejército debía ser reformado: “cambiarlo desde los cimientos hasta la cúspide”, y para ello los diputados civiles debían imponerse en las sutilezas del siempre ignorado presupuesto de guerra, como solo lo habían sabido hacer Salmerón y Moret. Es esta idea la que luego el orador volvería a repetir en su interesantísimo libro de 1920 El Ejército y la política65. Pocos días después, la minoría republicano-socialista, lo que queda-ba de la famosa Conjunción tras la deserción reformista, pudo expresar-se por boca de Felipe Rodés, entonces en el Pacto de San Gervasio por la UFNR, quien en dos sesiones levantó una pieza oratoria que mereció la admiración, si no el aplauso, de buena parte de sus oponentes en la cámara. La importancia de su discurso radicó en que ya de una manera clara, tras cuatro años de incompetencia gubernamental, quedó marca-do el distanciamiento completo e irreversible de los republicanos con respecto a cualquier ambición del Estado español en el norte de África. Es más, la solución que preconizaba Rodés, en nombre de su minoría, para el problema marroquí consistía pura y sencillamente en la denun-cia del tratado de 1912, en la retirada de cualquier enclave ocupado en su nombre, en la renuncia, en suma, al protectorado. Por ello, no tenía sentido, y no lo hizo, recoger las alusiones de su predecesor en la tribu-na, Romanones, sobre el carácter indispensable de un ejército colonial. Lejos quedaban los días de aquel manifiesto de la Conjunción de abril de 1911 que, por supuesto reticente a las aventuras africanas, todavía abogaba por levantar ese ejército colonial y voluntario. Por el contrario, 65  El discurso de Romanones en “Diario de las Sesiones de Cortes. Congreso de los Diputados” n.º 26 de 12 de mayo de 1914, pp. 627-635.


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