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REVISTA DE HISTORIA MILITAR 112

HÉROE Y MÁRTIR. LA CONSTRUCCIÓN DEL MITO DE… 269 la oficialidad acantonada en el sur de España. Ante la tensa situación que se había creado, el general Manuel Gutiérrez de la Concha forzó el levantamiento en Madrid y se lanzó a tomar el Palacio Real en un momento en que la conspiración, de la que el Gobierno había tenido noticias casi desde el principio, había quedado completamente al descu-bierto. Juan Pezuela y Diego de León, que habían permanecido ocultos hasta ese momento, dudaron entre acompañar a Concha en su impru-dente acción o abandonar un proyecto ya fracasado. Finalmente, y por solidaridad militar, decidieron presentarse de incógnito en Palacio, no sin que Diego de León desconfiase de las intenciones de Concha, de quien dijo que su precipitación solo podía explicarse por sus deseos de gloria5. El intento de tomar el Palacio Real terminó en un desastre ante la resistencia interior de los alabarderos de Palacio, comandados por Domingo Dulce, y la milicia apostada en la calle al mando del diputado progresista Manuel Cortina. Algunos de los implicados, como Pezuela o Concha, pudieron escapar, pero otros, como Diego de León, terminaron siendo capturados. Cuando se produjo el apresamiento de León, la alta aristocracia y los partidarios de María Cristina pusieron en marcha una campaña para tratar de salvar su vida. Aunque, como se ha dicho, hubo otros implicados, también detenidos, la campaña de salvamento se articuló al-rededor del general considerando que, de cara a la opinión pública, era más rentable focalizar el interés en el personaje más apreciado. Semanas antes del pronunciamiento, desde París, residencia de María Cristina, se había hecho llegar dinero a Madrid para financiar las actividades sub-versivas. En un principio, se había decidido que Pezuela y León llevasen el dinero a Palacio para intentar el soborno de la guardia, pero dada la imposibilidad de cargar con las cajas, estas quedaron guardadas en casa de la familia de Pezuela. El depositario de este dinero iba a ser Javier Istúriz, sin embargo, ante el seguimiento de que era objeto, no pudo re-coger los cofres. Las cartas cruzadas entre el marqués de Viluma y José Castillo y Ayensa nos dan noticia de dos hechos: primero, que la casa de la madre del marqués se había convertido (antes del golpe) en el centro de la conspiración; y segundo, que no todos los que tenían noticia de la 5  Otro elemento importante que hay que tomar en consideración tiene que ver con la propia competencia entre los militares por alcanzar visibilidad en la política una vez que se habían forjado una exitosa carrera militar que les otorgaba una legiti-midad social de la que carecían los políticos. Obviamente, no se dispone de datos concretos acerca de las reales intenciones del general Concha, pero tanto esta ac-ción como otras permiten corroborar, al menos provisionalmente, esta afirmación.


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