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REVISTA DE HISTORIA MILITAR 112

42 ANA ARRANZ GUZMÁN copado especialmente largo (1313-1356). Pertenecía a uno de los linajes más destacados de la nobleza local, aunque fue dedicado a la clerecía desde su juventud, como ocurrió con otros de los miembros del mismo antes y después de él64. Su larga permanencia en la sede dio mucho de sí: se terminó la obra principal de la catedral, obtuvo numerosos privilegios y concesiones regias, fundó monasterios y un hospital en la ciudad y asistió a los concilios provinciales de 1313, 1314, 1322 y 133565. Pero lo que más nos importa es la decisiva intervención que tuvo en la política de su época, iniciada con el cuidado y protección del rey niño en la pro-pia catedral abulense en los momentos más difíciles para el Reino. Fue también notario mayor de la casa del rey y canciller mayor de Castilla, por lo que concurrió con asiduidad a las Cortes que se celebraban. Pero desde 1326, fecha en que Alfonso XI confirma todos los privilegios de su iglesia por “faser bien et onrra a Don Sancho, obispo de Ávila et nuestro chanceller mayor de Castiella por muchos servicios que nos fiso siempre et nos fase…”66, el prelado se aparta de toda actividad política, no volviendo a aparecer en la crónica regia salvo en momentos muy con-cretos, aunque de gran valor para los propósitos del monarca, como su respaldo cuando el rey fue a Ávila en 1342 con el propósito de solicitar ayuda económica para la financiación de la guerra y, por supuesto, el ser comisario de cruzada durante la preparación de la batalla del Es-trecho67. A pesar de no poder confirmar su presencia en los hechos de armas más relevantes de la época, sí debió mantener alguna actividad bélica. Resulta bastante revelador el hecho de que en su testamento se mencione la donación a sus sobrinos de “las nuestras armas” (lorigas, de cuerpo y de caballo, gorguera, la espada con un jaspe, lorigones). Pero lo cierto es que don Sancho destacó más como letrado y hombre de Iglesia, siempre preocupado por elevar el nivel cultural del clero de su diócesis. 64  Tales fueron los casos de Domingo Blasco, obispo de Ávila (1213-1239), Juan Arias Dávila, obispo de Segovia (1461-1497) y Rodrigo Dávila, obispo de Pla-sencia (1470-1492), Cf. DÍAZ IBÁÑEZ, J.: “La incorporación de la nobleza al alto clero en el reino de Castilla durante la baja Edad Media”, en Anuario de Estudios Medievales, 35/2 (2005), pp.557-603, en concreto, p. 600. Sobre su linaje, DE MOXÓ, S.: “Los Dávila, un ejemplo modélico en la aristocracia urbana”, BRAH 1981, pp. 415-432. 65  Algunos datos más de su labor eclesiástica en: SOBRINO CHOMÓN, T.: “La Iglesia de Ávila” en Historia de las diócesis españolas. Iglesias de Ávila, Salamanca y Ciudad Rodrigo, T. Egido (coord.), vol. 18, BAC Madrid, 2005, pp. 25-26. 66  Cf. GONZÁLEZ CRESPO, E.: Colección documental de Alfonso XI. Diplomas reales conservados en el Archivo Histórico Nacional. Sección clero, pergaminos, Madrid, 1985, docs. 81, 85, 87, 88, 92 y 93. 67  Crónica, cap. cclxiii, p. 338. GOÑI GAZTAMBIDE, J.: Historia de la Bula…, p. 343.


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