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REVISTA DE HISTORIA MILITAR 112

LORIGAS Y BÁCULOS: LA INTERVENCIÓN MILITAR… 45 en Zamora, tras ser requerida su presencia, junto a la de otros grandes, para apoyar la concesión solicitada por el rey del cobro anticipado por un año de la alcabala con el objetivo de iniciar el cerco de Algeciras76. Alfonso XI entró victorioso en Algeciras el 28 de marzo de 1344, pero dejaba tras sí muchas víctimas originadas por la mortífera epidemia desarrollada en el Real, entre ellas, el arzobispo de Santiago, como se recoge en la Crónica de Pedro I: “E finó y el arzobispo de Santiago que decían don Martino”77. No hay duda de que las empresas bélicas del obispo de Mondoñedo don Álvaro Pérez de Biedma en la frontera de Granada fueron de las más reconocidas. Prueba de ello es el importante número de párrafos que se dedican a sus hazañas en la Crónica de Alfonso XI. La especial disposición hacia la guerra de este prelado, titular de una diócesis tan le-jana a la frontera, unida a la confianza que el monarca tenía depositada en él –le había encargado la defensa de una plaza fronteriza de especial valor estratégico como era la de Jerez entre los años 1338-1339– explican su repetida aparición en las páginas de la Crónica: “Desque el rey fue tornado a Sevilla envió las gentes que pudo a los castillos fronteros, por-que fiziesen guerra a los moros; et que si entrasen a facer daño en la tie-rra, que peleasen con ellos: et señaladamente mandó estar en Xerez a Don Álvaro de Biedma, obispo de Mondoñedo…”78. Todo parece indi-car que la participación de miembros de su familia en la guerra, como su hermano Ruy, así como las posesiones territoriales de la misma en An-dalucía, condicionaron especialmente las actividades extra-eclesiásticas de don Álvaro79. El obispo de Mondoñedo, hijo de Fernando Ruiz de Biedma, perteneciente a la nobleza gallega de Orense, inició su carrera eclesiástica como arcediano de Baroncelle, en la diócesis auriense, donde permaneció hasta su promoción a la silla de Mondoñedo en 1329. Aquí estuvo hasta conseguir la titularidad de la diócesis mindoniense a prin-cipios de 1343, donde permanecería hasta su muerte en 1351. Se trata de un hombre fuerte, como lo demuestran sus actuaciones con el cabildo de Mondoñedo. Era también un hombre del rey, a quien acompañó en su coronación en 1332, y que estuvo siempre dispuesto a cumplir sus órdenes de carácter militar, tanto en solitario como junto al monarca en las más destacadas batallas, como la del Salado. Por todo ello, Alfonso 76  Ibídem, cap. cclxii, p. 357. 77  Cap. i, p. 403. 78  Cap. cxcvi, p. 298. 79  Sobre el linaje de los Biedma, véase: SÁNCHEZ SAUS, R.: Caballería y linaje en la Sevilla medieval, Sevilla, 1989, pp. 64, 131-135, 162 y 442.


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