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REVISTA DE HISTORIA MILITAR 112

LORIGAS Y BÁCULOS: LA INTERVENCIÓN MILITAR… 49 fray Bartolomé, al margen de su participación en el cerco87, pero es muy significativo el hecho de que siendo realizado su nombramiento durante el pontificado de Juan XXII, un pontífice que sistemáticamente se reser-vaba la provisión de obispados, no lo hiciera en el caso de este prelado, ni de su antecesor fray Pedro, ya que ninguno de ellos figura en el libro de Obligationes et Solutiones de la Cámara Apostólica88. La respuesta a este silencio, seguramente, hay que buscarla en el hecho de que la dió-cesis gaditana fuera la más pobre de todas. Su renta ascendía solo a 150 florines; una cantidad minúscula si se compara con la de otras, como la de Palencia con 2.000 florines, o la de Astorga con 600, lo que permite valorar mejor su situación89. A ello ha de unirse el peligro constante que amenazaba la diócesis al tener la frontera musulmana tan cerca y poder ser atacada en cualquier momento, tanto por tierra como por mar. Así, es comprensible que no existiera demasiado interés entre los eclesiásticos por ser obispos de Cádiz, ni en el Papado por llevar a cabo aquí la reserva pontificia. Lo cierto es que, al menos hasta el siglo xv, los obispos gaditanos debían estar adornados de ciertas cualidades: no temer la pobreza, ni la lucha armada casi constante, y estar interesados por la evangelización, al encontrarse el infiel tan próximo y representar un sueño al que nunca se renunció. De aquí, que de los diez obispos nombrados entre 1266 y 1395, casi todos fueran religiosos90. A esta si-tuación quizá deba unirse también, al menos en ciertos casos, la relación personal que pudieran tener con el monarca de turno. Una relación que se proyectó en el rosario de servicios no eclesiásticos, de frontera, en los que se desenvolvieron. Sin duda, el rey castellano era el más interesado 87  Los datos conocidos sobre su persona son escasos, véase SÁNCHEZ HERRE-RO, J.: “El episcopologio medieval gaditano. Siglos xiii al xv”, en La España Me-dieval. Estudios dedicados al profesor D. Julio González González, Madrid, 1980, pp. 443-465. 88  Así lo subrayó ya GOÑI GAZTAMBIDE, J.: “Juan XXII y la provisión de obis-pados españoles”, en Archivium Historiae Pontificiae, 1966, pp. 25-58. 89  Algunos aspectos relacionados con el nombramiento de obispos y las elecciones episcopales, en ARRANZ GUZMÁN, A.: “Las elecciones episcopales durante el reinado de Pedro I de Castilla”, en La España Medieval, 24 (2001), pp. 421-461. 90  La noticia recogida por D. Ortiz de Zúñiga es reveladora en relación con la pre-cariedad en la que vivían: “El arzobispo don Juan en el año 1346 (…) confirmó al obispo de Cádiz don Bartolomé mil maravedíes de pensión cada año, con cierta cantidad de pan en los diezmos de la parroquia de San Román y del campo de Te-jada (…) parece que era grande la pobreza de la Iglesia de Cádiz, porque siendo su obispado en la costa e isla, tan próximas a la guerra, faltaban labores y crianza que causasen diezmos, y acudían al prelado y cabildo de Sevilla, en quienes siem-pre hallaban pronto socorro”, en Anales eclesiásticos y seculares de la muy noble y muy leal ciudad de Sevilla, Madrid, 1795, vol. ii, p. 116.


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