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REVISTA GENERAL DE MARINA AGOSTO SEPTIEMBRE 2014

PRIMER CENTENARIO DEL INICIO DE LA PRIMERA GUERRA MUNDIAL... Camerún en la colonia española de Guinea (parte de los cuales, por cierto, fueron trasladados a la Península por buques de la Armada y acogidos en campos de refugiados) …que si le recordaba a nuestro monarca los peligros de que España dejara de ser neutral, etc. Lo claro es que puso en un compromiso al Ejecutivo de Romanones, que en cuanto se enteró de la visita ordenó que su estancia no se prolongara por más de 24 horas, como así fue. Esto no evitaría que tanto ingleses como franceses protestaran vehementemente de la presencia del submarino en nuestro puerto, subrayando que debía haber quedado internado, por lo que solicitaron formalmente que nuestro Gobierno promulgase una norma que impidiera la entrada de submarinos beligerantes en nuestros puertos (30). Ni que decir tiene que a partir de aquella visita hubo que investigar con especial cuidado cada queja o reclamación que realizaran los bandos beligerantes en este sentido. Las denuncias más comunes de los aliados eran referidas al abastecimiento clandestino de submarinos alemanes y a posibles comunicaciones o instrucciones que, bien por radio, bien por señales, recibían desde nuestra costa. Según hemos podido constatar el 75 por 100 de ellas se demostraron falsas, si bien el 25 por 100 restante, la mayoría motivadas por la fuga de varios súbditos alemanes internados, fueron ciertas, abriéndose las correspondientes causas judiciales, siendo las más sobresalientes las instruidas sobre la fuga del submarino UB-49 (31) de Cádiz y el intento de fuga del UC-48 en Ferrol. Las quejas alemanas se centraron en el transporte comercial español, cuyas exportaciones eran estimadas como contrabando a favor de los aliados. Labores de inspección Una poco conocida (32) labor que realizó un número significativo de oficiales de la Armada fue la de comisarios de inspección de buques-hospitales aliados. Recordar que dentro de la espiral de represalias en que habían (30) Recordar que la presión de los aliados hizo que en La Gaceta de Madrid del día 30 de junio de 1917 el Gobierno promulgara un decreto, cuyo texto había sido elaborado por el EMA, por el que se prohibía la entrada a los puertos españoles de los submarinos de las naciones beligerantes, y los que así lo hicieran, quedarían internados hasta el final de la guerra con independencia de los motivos de su arribada. Esto enfureció a los alemanes, que protestaron contra la norma alegando que iba en contra de lo preceptuado en el preámbulo de la Convención de La Haya, donde se señalaba que ninguna potencia neutral podía cambiar las reglas durante el transcurso del conflicto, aparte de considerar la medida discriminatoria porque solo les perjudicaba a ellos. (31) CASTROVIEJO VICENTE, Cristino: Submarinos alemanes en la Gran Guerra (1914- 1918). Almena ediciones. Madrid, 2004, p. 286 y ss. (32) Ibídem, p. 314 y ss. 374 Agosto-septiembre


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