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años comencé a estudiar Derecho, pero tras acabar el primer curso, me planté y me fui a hacer la carrera que a mí me gustaba de verdad, que era Historia. Cuando acabé segundo curso, estaba cansada de todo, y decidí cambiar mi actividad radicalmente. Así que, a finales del mes de junio de aquel año, me acerqué a la Casa de la Juventud de Colmenarejo, el pueblo donde vivía con mis padres en Madrid, para averiguar algo sobre el ingreso en las Fuerzas Armadas. Me dieron un folleto que hablaba de los requisitos y de las plazas que se ofertaban en aquella incorporación cuyo plazo de solicitud, curiosamente, finalizaba al día siguiente. Tras aprenderme de memoria el folleto me fui a la Delegación de Defensa de la calle quintana para solicitar tomar parte en el proceso selectivo. Lo que ocurrió después es de imaginar. Pero no, no soy de esas personas que ingresaron por vocación, la verdad. A pesar de haber podido quedarme en Madrid, dado que mi número de escalafón al salir de la Escuela me lo permitía, solicité ir destinada al Tercio de Armada. Me apetecía independizarme y aquella era una oportunidad buena. Dentro del Tercio de Armada fui destinada a la Unidad de Base, destino que hasta la entrada en vigor de la Ley 17/1999 estaba vedado a las mujeres, ya que anteriormente a esta fecha no podíamos ocupar puestos operativos en primera línea. Así que allí me mandaron, junto con la mayoría de mis compañeras. Las que no fueron a parar allí, acabaron en la compañía de Cuartel General. Cuando llevaba allí cinco años, solicité una vacante de libre designación en la Sección de Reclutamiento del entonces Cuartel General de la Zona Marítima del Estrecho, lo que acabó por convertirse en el Organismo de Apoyo al Personal en San Fernando (OAP). Tras adjudicármela, realicé labores de reclutamiento durante casi dos años, y poco a poco las fui compaginando con las tareas de OFAP (que eran las que de verdad me gustaban), dado que ésta no tenía aún plantilla propia. Este trabajo me permitió seguir estudiando y poder hacer las prácticas de la carrera dentro de mi destino, a través de la preparación de actividades socioculturales y deportivas. De este modo pude finalizar la Diplomatura de Educación Social, que a su vez me ha permitido ser parte, durante los últimos seis años, del personal docente tanto de los cursos de apoyo convocados por DIGEREM como de los cursos de Formación para el Empleo que, a través del Servicio Público de Empleo Estatal, se imparten en algunas Unidades. Cuando ya casi había finalizado mi tiempo máximo en el destino (10 años), se convocaron nuevas plazas para la OFAP. La volví a solicitar, y de nuevo me la adjudicaron, por lo que sin cambiarme de silla, he comenzado en mi «nuevo» destino el pasado 15 de octubre. Ahora mismo soy la más «vieja del lugar». Llevo aquí ya más de 10 años, por lo que creo conocer muy bien el destino y, lo que es más importante, me encanta. La Armada no ha cubierto las expectativas que tenía con 20 años, pues la vida da tantas vueltas, que las expectativas forzosamente van cambiando, a veces a un ritmo vertiginoso. Pero sí es verdad que ha cubierto las posteriores. Con 20 años BIP 65


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