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REVISTA DE SANIDAD DE LAS FAS DE ESPAÑA OCT_DIC 2012

R. Navarro Suay y J. F. Plaza Torres utilizarían dos barcazas requisadas y lanchas con personal de la armada y material correspondiente a cada territorio. –  Como hospitales permanentes se prepararían dos al com-pleto en Melilla, en Ceuta, los de Málaga, Almería y parte del de Madrid. Los legionarios e indígenas heridos serían evacuados a su territorio correspondiente, nunca a la pe-nínsula. –  El personal que desembarcase primero, tanto de las am-bulancias como de los hospitales de campaña, debía ac-tuar como camilleros hasta recibir su material específico, mientras que los camilleros de las unidades evacuarían a los heridos a retaguardia. –  Los servicios de higiene, al mando del comandante médico jefe del laboratorio, se dedicarían inicialmente a la potabi-lización de aguas, preparar letrinas y enterrar cadáveres. Posteriormente realizarían la desparasitación. El criterio impuesto en los planteamientos previos fue el de la evacuación rápida para optimizar el rendimiento del servicio sanitario, evitando la acumulación de heridos en los puestos de socorro e imprimiendo rapidez a los camilleros. En las ambu-lancias, la celeridad en la revisión de las curas, la clasificación y la evacuación al hospital de campaña también eran vitales para evitar el colapso sanitario. Por otra parte, el director del hospital de campaña era quien seleccionaría a los enfermos o heridos que debían pasar al barco hospital, llevando un registro minucioso de los ingresos y lugar de evacuación, así como un control ex-haustivo de camas libres, existencia de víveres y demás artículos necesarios para el funcionamiento, debiendo remitir diariamente a las diecinueve horas un parte al estado mayor. Las órdenes indicaban la necesidad de establecer en cada base que se desplegase en la playa, un hospital de cien camas y la posibilidad de evacuar a retaguardia por medio de los barcos hospital. El orden con que comenzaría a actuar sanidad era el si-guiente: con el primer escalón se trasladaría a tierra el perso-nal preciso para establecer un puesto de curación de urgencia y evacuación. Con el segundo escalón, en cuanto fuese posible, desembarcarían los elementos de evacuación de los cuerpos y los de las ambulancias de campaña. Con el tercer escalón lo haría el material de los hospitales de campaña. Esto implica que en los momentos más peligrosos, con las primeras oleadas de desem-barco, también llegaron los médicos, sanitarios y camilleros del cuerpo para comenzar su trabajo7. EVENTOS SANITARIOS DURANTE EL DESEMBARCO Según señala Carrasco11, de los buques del convoy, el que primero se acercó a tierra fue el «Hespérides», que transporta-ba material sanitario, por propia decisión de su comandante, al considerar que tal material era de importancia vital para poder hacer frente a la curación de las bajas que se fuesen produciendo. Durante el primer día de desembarco, las bajas no llegaron al centenar. A pesar de que la presión enemiga iba en aumento, la evacuación se inició la misma tarde2. Por razones del servicio, efectivos de intendencia, ayudaron a los de artillería y sanidad a realizar la evacuación inicial de las bajas. Se constituyó en la playa un puesto de clasificación 254 Sanid. mil. 2012; 68 (4) de heridos que eran evacuados inmediatamente en botes de la escuadra a los barcos hospitales9. Uno de los hospitales estuvo instalado en Cala del Quemado. Se componía de barracones y en él había un equipo quirúrgico dirigido por el capitán médico López Muñiz12. A partir del día 12 de septiembre, todos los servicios, inclui-dos el hospital de campaña estaban en funcionamiento2,12. El es-tado de la mar permitió continuar con la evacuación de heridos. Hasta el día 22 de septiembre, las bajas entre muertos y heridos eran de 4812. En la madrugada del día 22 se hizo un reconocimiento en fuerza a cargo de una harca por cada brigada, tuvieron que re-plegar con numerosas bajas. El día 24 de septiembre amainó el poniente, procediéndose a una nueva evacuación de heridos2. EVACUACIÓN Todo el sistema de transporte terrestre, dado el carácter mon-tañoso de la zona y sin vías de comunicación, descansaba en las unidades a lomo. El ganado de la fuerza de desembarco sumaba 1.400 cabezas. Para la evacuación de bajas, las ambulancias de campaña contaban con 40 mulos cada una. La decisión de no utilizar ganado en la primera fase del des-embarco trajo consigo el estudio y puesta en práctica de un plan de transporte a brazo que hiciese posible el traslado del distinto material y en el caso de la sanidad, de las bajas a lo largo de la cadena de evacuación en tierra. Para poder realizar esta adapta-ción, se constituyó una gran unidad de transporte sanitario en camillas con personal de la compañía de transporte, de monta-ña, de intendencia, de la ambulancia de campaña, de sanidad y de la sección de higiene. Una vez recibido el ganado de la sección de montaña, la cade-na de evacuación seguía la secuencia siguiente2 (Figuras 9 y 10): a) Los camilleros de la primera línea a los puestos de socorro. b) Las artolas de los cuerpos del puesto de socorro, a la ca-becera de ambulancia. c) De la cabecera de la ambulancia al hospital de campaña, en las artolas de la sección de montaña de Sanidad Militar. d) Del hospital de campaña las bajas eran evacuadas a las barcazas blindadas, que a su vez, las llevaban a embarca-ciones a motor. Figura 9. Evacuación de las bajas desde el frente a los buques hos-pital. Fuente: Alaez O. La lección logística de Alhucemas. Revista General de Marina. 1972;12:595-622.


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