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AEROPLANO 29

La situación obligaba a reactivar el aeródromo de Larache y a él se enviaron durante el otoño varias escuadrillas expedicionarias procedentes de Melilla. Los combates continuaban intensos y duros y el 12 de octubre moría el observador del “DH.9”, capitán de Estado Mayor, Ramón Ochando Serrano, herido el día 26 de septiembre y al que se concedería a título póstumo la sexta de las Laureadas de Aviación por su heroísmo en la protección de la retirada de las posiciones de Tahar Berda y Gracia Acero. El 9 de octubre obtenía la séptima el capitán Ricardo Burguete en un servicio realizado en Taatof, en el sector de Maxherat, misión que cumplió atacando reiteradamente al enemigo, a pesar de resultar dos veces herido y en la segunda de extrema gravedad. El peligro que entrañaban estas misiones de apoyo y abastecimiento a las posiciones era atroz y tanto en el sector de Tetuán como en el de Larache los aviadores sufrían el eficaz tiro de los rifeños cuando en vuelo rasante se empeñaban en lanzar los suministros a las posiciones asediadas y ametrallar a quienes las atacaban. Era una táctica que alentaba notablemente a los infantes, pero sumamente onerosa para los aviones, muy vulnerables a los disparos de los cabileños emboscados en las alturas circundantes, desde las que hacían fuego a los aparatos de arriba a abajo. La retirada de Xauen fue heroica y dolorosísima. Finalizó el 12 de diciembre y el 13 entraban de regreso en Tetuán las columnas del general Castro Girona mandadas por Franco Bahamonde y Núñez de Prado. La maniobra pudo realizarse con cierto orden bajo la protección de una aviación que se sacrificó a favor de sus compañeros de tierra y de unas fuerzas de choque, muy incrementadas. En octubre pasaron a Larache los aviones del grupo Rolls y en Tetuán quedaron los agotados Breguet XIV, a los que se unieron en diciembre los Fokker C IV de la escuadrilla de Eduardo González Gallarza, formada con los primeros aviones de este tipo entregados por la fábrica Loring de Carabanchel. 96 Fotografía histórica del momento del Desembarco de Alhucemas, donde las barcazas al no poder rebasar las rocas del fondo del mar, obligaron a que los hombres de la Legión al mando del coronel Francisco Franco, tuvieran que llegar a la playa de La Cebadilla con el agua hasta el pecho. La Escuadra española desplegada frente a la playa de la Cebadilla, donde se realizaría el Desembarco de Alhucemas el 8 de septiembre de 1925.


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