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REVISTA HISTORIA MILITAR 116

80 MARTA BAILÓN GARCÍA religiosas, vinculadas con la magia y la medicina, que llegaron a adquirir connotaciones sagradas y políticas. Las hierbas sacras estaban formadas por especies resistentes como el olivo, el laurel, el romero o el mirto.8 Una de las tareas encomendadas a estos sacerdotes era el cuidar de que los romanos no comenzaran ninguna guerra injusta y defender la observancia del Derecho de la guerra (iura belli), sobre todo en el comienzo y el fin de las hostilidades. En la función de la agrupación fecial puede localizarse uno de los primitivos orígenes del Derecho internacional público. Dentro de los cometidos judiciales asignados a los sacerdotes feciales se encuentra el acusar y arrestar a los ciudadanos romanos que hayan cometido cualquier abuso contra los aliados de Roma. También tenían competencia legal sobre los delitos cometidos contra los embajadores.9 El ritual de la declaración de guerra justa (iustum bellum) se efectuaba de la siguiente manera: un sacerdote fecial elegido, vestido con ropas e insignias de heraldo, cubriendo su cabeza con el filum o velo de lana (con propiedades mágicas), era enviado a la zona fronteriza de la ciudad que había ofendido a Roma. El emisario, una vez invocado a Júpiter y a los demás dioses para que fueran testigos de la llegada del sacerdote fecial con el único propósito de pedir justicia para la ciudad de Roma, exponía a viva voz las reclamaciones de Roma (rerum repetitiones o clarigatio), posteriormente volvía a realizar dichas peticiones ante el portero o la primera persona que encontraba en las puertas de la ciudad en conflicto. Tras este ritual, se adentraba en territorio enemigo y mostraba los mismos asuntos ante las autoridades de la potencia en liza. Si las reclamaciones del fecial eran atendidas y las autoridades entregaban a los imputados, el heraldo se los llevaba sometiéndolos a la justicia romana, y Roma restablecía la amistad con el pueblo en conflicto. Por el contrario, si la ciudad enemiga pedía deliberar sobre los motivos de conflicto, el embajador les ofrecía diez días y, al término de los mismos, regresaba de nuevo a escuchar las conclusiones. Si se volvían a pedir nuevos plazos, se aceptaba esta petición hasta dos veces más. Pasados treinta o treinta y tres días, si no había recibido respuesta satisfactoria, clamaba a todos los dioses y volvía a Roma. Tito Livio, en un pasaje del libro I, 32, 9-10, expone la forma ritual que el fecial utilizaba para retirarse de territorio enemigo: 8  Tupet, A.-M.: La magie dans la poésie latine I. Des origines à la fin du règne d’Auguste, París: Ed. Les Belles Lettres, 1976, pág. 63; Guillaume-Coirier, G.: «Arbres et herbe. Croyances et usages rattachés aux origines de Rome», en Mèlanges de l’École française de Rome. Antiqui-té, n.º 104, 1, 1992, pág. 361. 9  Cicerón: De leg., II, 9; De rep., II, 17, 31. Revista de Historia Militar, 116 (2014), pp. 73-102. ISSN: 0482-5748


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