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REVISTA ESPAÑOLA DE DEFENSA 317

Luis Rico/DECET nario el papel de las fuerzas terrestres es primordial. El Ejército de Tierra, por su carácter y naturaleza, por su organización y equipo, por sus hombres y mujeres, por sus valores, es el elemento idóneo para combatir en este tipo de conflictos ejerciendo el esfuerzo principal. Para ello y ante la posibilidad de ser empleado en estos «nuevos» escenarios —volátiles, inciertos y complejos— el Ejército se ha embarcado en un proceso de transformación en el que la adaptabilidad y la polivalencia son las ideas fuerza. La adopción, ya en marcha, del concepto de Brigada Orgánica Polivalente (una fuerza más versátil, disponible y proyectable, similar a los conceptos OTAN de NATO Response Force (NRF) y su Brigada Very High Readiness Joint Task Force (VJTF), asegurará que las Fuerzas Armadas dispongan de una herramienta clave en la prevención y decisiva en la resolución de los conflictos. Además, y estas jornadas son un buen ejemplo, el Ejército de Tierra «mira al sur», está preocupado por el sur, y pretende ser útil en la estabilización del sur, consciente de que este es, sin duda, uno de sus escenarios de empleo y de que en el Sahel se juega nuestra seguridad. Por ello, el Ejército de Tierra no solo se ha reorganizado, sino que también ha profundizado en este escenario buscando dotarse de la doctrina y procedimientos de combate específicos de un ambiente desértico, y ha lanzado los proyectos de adecuación y adquisición de materiales que nos proporcionen superioridad tecnológica y conocimiento de la situación, como el vehículo 8x8, sistemas avanzados de mando y control vía satélite y sistemas RPAS. Asimismo, ha incluido ya en la doctrina las lecciones aprendidas de la participación en las operaciones en el Sahel. En definitiva, estamos conformando un Ejército útil, moderno, cercano y, sin duda, resolutivo, dispuesto para ser utilizado en el ámbito conjunto en el Sahel o donde el Gobierno considere. L derribar el orden neocolonial establecido después de la primera guerra mundial. Y, precisamente, el Sahel con sus espacios vacíos y estados casi fallidos es un caldo de cultivo para que este islamismo anide. Si no garantizamos la seguridad del Sahel, Europa tendrá serios problemas. Debemos tener una «estrategia para el islamismo» que propicie una actuación coherente en todo el ámbito afectado por este problema. El cometido del sector de la industria de defensa es primordial, en el sentido de que debe proporcionarnos la demanda de las Fuerzas Armadas en calidad y tiempo oportuno. Debemos establecer una relación con ella basada en los principios de claridad, celeridad y continuidad para orientar claramente sus inversiones. LAS FAS Y EL RETO DEL SAHEL Sin duda, las Fuerza Armadas están siendo una herramienta clave para la estabilización en la zona sahelo-sahariana. Unidades del Ejército de Tierra, de la Armada y del Ejército del Aire están desplegadas desde el Cuerno de África hasta las costas de Senegal y en la República Centroafricana. Y, sin duda también, la sinergia de la actuación de unidades de los tres ejércitos hace que la acción de España sea más eficaz. Pero cuando se trata de la zona que tratamos en estas jornadas, el Sahel, el factor determinante de los conflictos que en ella se desarrollan, aparte del «espacio terrestre vacío», es el «factor humano», auténtico protagonista de los conflictos actuales. En consecuencia, las operaciones o intervenciones militares se deben realizar por, para y entre la población, para «separarla» de los elementos desestabilizadores, para ganarse su voluntad y aprecio, y parar dotarla de las condiciones básicas de seguridad, gobernanza y desarrollo. A la postre, la guerra es un conflicto de voluntades, un acto esencialmente humano. No me cabe ninguna duda de que en este esce- El Sahel es parte de nuestra vecindad y en él se juega nuestra seguridad Mayo 2014 Revista Española de Defensa 15


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