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REVISTA ESPAÑOLA DE DEFENSA 317

Mayo 2015 los asuntos internacionales estaban dominados menos por la competición geopolítica y más por la necesidad de gestionar los retos comunes (liberalización comercial, no proliferación nuclear, derechos humanos, cambio climático, etcétera.). Un discurso que se mantiene en 2015 a pesar de que las fuerzas rusas hayan tomado Crimea, de que China haga agresivas reclamaciones sobre las aguas que rodean sus costas o de que Irán trate de utilizar sus alianzas con Siria y Hezbollah para dominar Oriente Medio. La Casa Blanca deja claro, en consecuencia, que no hay un retorno a la geopolítica y rechaza la noción de que el futuro del orden está en un punto de inflexión. Ve muchas de las crisis como inmediatas —ISIS, Rusia, Siria…— pero no claves para definir la próxima década. Los esfuerzos deben centrarse, por tanto, en los principales riesgos estratégicos que se identifican: (1) un ataque en EEUU o contra sus infraestructuras críticas; (2) la amenaza o ataque contra sus ciudadanos y aliados; (3) una crisis económica global; (4) la proliferación de armas de destrucción masiva; (5) brotes de enfermedades infecciosas; (6) cambio climático; (7) alteraciones en los mercados energéticos; y (8) consecuencias derivadas de un Estado fallido. El mundo de Obama es, además, uno en el que el poder económico y militar de EEUU debe servir de base para un sistema internacional más fuerte y más participativo que ellos liderarían. Este énfasis que se hace a lo largo de todo el documento sobre la necesidad de un liderazgo estadounidense dentro del sistema internacional no es sino una respuesta a las crecientes críticas del leading from behing que han acompañado el mandato de Obama. Liderar sí, pero ¿cómo? Sobre todo porque Obama como la propia estrategia se han encargado de subrayar las limitaciones del país, tanto en recursos como en influencia. El propio presi- La Administración Obama ha publicado su segunda y última Estrategia de Seguridad Nacional (ESN). Es un documento siempre difícil de elaborar, fruto de un complicado proceso interagencial en el que hay poco espacio para priorizaciones o ideas innovadoras. Su objetivo es, a grandes rasgos, servir de guía a las distintas agencias ejecutivas encargadas de la seguridad nacional, por lo que cada gobierno estadounidense ha tratado siempre de encontrar ese cóctel perfecto entre política y estrategia para alcanzar una ESN consensuada. Al final, suele servir de imán para acumular críticas contra la política exterior del gobierno de turno. Cuando un documento debe cubrir prácticamente todo, siempre habrá algo que a alguien no le va a gustar. Quien lea el documento difícilmente se topará con una clara estrategia que conecte objetivos y capacidades, pero encontrará las claves que pueden definir la orientación de EEUU para los próximos dos años. Aunque carece de las prescripciones necesarias para remediar los males del mundo, es un trabajo que describe de forma bastante acertada el actual estado del orden global. En esencia, habla de un mundo donde el poder se difumina entre Estados, individuos y actores no estatales; donde los cambios están superando la habilidad para planificar una respuesta de forma integral; y donde las transiciones o cambios en el liderazgo entre las distintas regiones del mundo y dentro de ellas se modifican continuamente. Un mundo en el que, sin embargo, se rechaza la noción de que haya un retorno a la geopolítica como apuntan algunos analistas, y en el que EEUU busca gestionar cada una de las crisis —ya sea Rusia o el Daesh– de manera individual y sin verse arrastrado por el alarmismo. Ya en la ESN de 2010 se declaraba que, por primera vez en la historia, Revista Española de Defensa 51 El presidente Barack Obama ofrece un discurso a las tropas de la Marina estadounidense en Camp Pendleton (California). Los cambios están superando la habilidad para planificar una respuesta integral Michael Nelson/EFE


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