Page 11

EJERCITO DE TIERRA ESPAÑOL Nº 891 JUN 2015

Seguridad y Defensa REVISTA EJÉRCITO • N. 891 JUNIO • 2015  11  partidarios, Udman había sido ejecutado por no gobernar de acuerdo con el Corán. De nuevo las interpretaciones; y solo han pasado dos docenas de años. El caso se complicó aún más, al estar encabezada la rebelión por el gobernador de Damasco Muawiya, sobrino de Udman y como él perteneciente a los omeyas de Abu Suffyan. La situación pedía tablas y arbitraje, que Ali aceptó y que, para sorpresa de muchos, le resultó desfavorable: Muawiya se proclama Califa en Jerusalén y da comienzo a la dinastía Omeya. En el bando de Ali la situación se complica: una parte, descontenta al entender que Ali no debía haber entrado en arbitrajes, lo abandona y así nace la facción radical conocida como los jariyies4, uno de cuyos miembros asesinará a Ali. Los partidarios de este, asentados principalmente en la ciudad iraquí de Kufah, darán forma a la visión del islam conocida como chiismo5. DIVISIÓN Y SECTARISMO Estamos en el 680 y tenemos para entonces tres visiones del islam bastante definidas; la oficial en el poder, a cargo de los Omeyas; la chiita, más purista y partidaria de mantener la línea del Profeta y que proclama como Califa a Hussein, segundo hijo de Ali; y los Jariyies, minoritarios pero con una visión radical que considera apóstatas a los demás, algo peor incluso que ser infiel, y por lo tanto susceptibles de ser físicamente eliminados. Este periodo es el que sigue a la primera Fitna, guerra civil, y nos muestra cómo, desde el principio, la cuestión de la interpretación del libro sagrado, Corán, o de los Hechos del Profeta, Hadizes, suponía más que un simple dolor de cabeza. Esos Jariyies se basan en el «conmigo o contra mí», y en ese segundo caso, tanto da ser un infiel, kafir o, peor incluso, un musulmán que malinterpreta la ley. A efectos prácticos se había producido un doble desplazamiento, desde la ciudad de Medina a Damasco, en lo relativo al espacio; y de los hombres piadosos preocupados por el Libro a los hombres de armas, preocupados por la ampliación y gestión de un enorme Estado. Volviendo un poco hacia atrás, al 661, el califa Muawiya, primer Omeya, tiene ante sí el diseño de una nueva época: el periodo califal. Como cabía esperar, la obra fue cosa de muchos y el aspecto legal, o lo que viene a ser lo mismo, la aplicación del islam a la problemática real, fue un proceso de tiempo en el que los piadosos y ulemas fueron, piedra a piedra, levantando el edificio de la Sharia, o lo que es lo mismo, el conjunto normativo que rige la ley, la ética y la vida de los fieles musulmanes. Cuatro escuelas han llegado a nuestros días en el ámbito sunita, y nos centraremos en dos de ellas por afectar directamente al tema que aquí tratamos. La primera es la de Malik Ibn Anas, coetáneo del Profeta y vecino de Medina, que da nombre a la doctrina malikí, dominante en el norte de África y, sobre todo, en Marruecos. Esta es una escuela que se adapta a la realidad local y temporal de cada lugar y con ello, a la propia evolución del mundo. Es rigurosa con la práctica religiosa pero, a la par, su flexibilidad la hace la más eficaz para lograr la adaptación a la modernidad. En ella es posible que encontremos la razón de que nuestro vecino del Sur se haya mostrado renuente a dejarse llevar del fundamentalismo religioso de carácter extremista. Algún tiempo después, allá por el siglo IX, en Bagdad, Ahmad Ibn Hanbal, funda otra de las cuatro escuelas jurídicas del islam, posiblemente la más radical. Simplificando, en ella se interpreta el Libro desde una visión estricta de lo que era la vida de los salaf, los componentes de la primigenia comunidad de Medina en torno al Profeta y, por supuesto, con una visión idealizada. Solo el Corán y los Hadizes son aceptados como referencia y se rechazan las opiniones (ra’y) y las analogías (qiyâs), lo que la convierte en el polo opuesto de la malikí. Se extendió, sobre todo, en la Península Arábiga y de nuevo sirve para mostrarnos esa constante en las divergencias a la hora de interpretar la herencia religiosa del Profeta. Desde un punto de vista teórico, y por supuesto simplificador, podríamos saltar hasta el siglo XII, también época de problemas en el mundo musulmán con la las invasiones mogolas, para encontrarnos con un famoso seguidor de las enseñanzas de Ibn Hanbal, Taqi Al Din Ibn Taymiyya, quien en Damasco pule la doctrina de todo lo añadido desde la época de su mentor, especialmente las sectas y, entre ellas, la doctrina de los sufís6, quedándole resuello para anatemizar los peregrinajes a mausoleos de santos y tumbas de personajes,


EJERCITO DE TIERRA ESPAÑOL Nº 891 JUN 2015
To see the actual publication please follow the link above