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REVISTA DE HISTORIA MILITAR EXTRA APORTACIONES

APORTACIÓN MILITAR AL DESARROLLO DE... 153 adquieren mayor entidad y constituyen el germen de las actuales bandas de música municipales. Quedan por último las universidades, que, desde su origen en el si-glo XII, obtienen importantes privilegios, como la inmunidad de los cargos universitarios y el fuero de los estudiantes, así como el derecho a ostentar escudo de armas y formar conjuntos heráldicos instrumentales. Origen de las bandas de música militares y civiles El germen de las actuales bandas de música militares se localiza a mediados del siglo XVII cuando Luis XIV de Francia, el Rey Sol, encarga al célebre músico florentino Jean-Baptiste Lully la organización de sus cuer-pos de música, constituidos por la Chapelle o Capilla Real, para los actos li-túrgicos; la Ohambre u Orquesta de Cámara y la Grande Écurie de Versalles, integrada por una sección de trompetas y timbales de caballería, una sección de trompas de caza y una pequeña banda de música. Esta última contaba en principio con oboes y tambores, y Lully in-crementó la plantilla con pífanos y trompetas; con ello sienta las bases de los tres grupos instrumentales clásicos de las bandas de música: el metal, la madera y la percusión. En el orden cronológico, el segundo país donde nacen y se desarrollan espléndidas músicas militares es Alemania y, más concretamente, Prusia; aquí el rey Federico Guillermo I (1657-1713) lleva a cabo una importante reorganización de la música militar con la introducción en sus formaciones de la percusión turca, que multiplica la potencia sonora y, en cierto sentido, su capacidad expresiva. En España con la subida al trono del rey Felipe V en 1700 y la entrada de la Casa de Borbón, se inician una serie de transformaciones en la vida nacional, entre ellas una total reorganización de los Ejércitos, que siguiendo, como era lógico, el modelo francés, alcanzan en el reinado de Carlos III un nivel semejante al de las demás naciones europeas. Los cambios inciden en las formaciones musicales castrenses, que comienzan su andadura en esta etapa con unos efectivos insignificantes. La primera disposición legal que hallamos sobre el particular es la que en 1708 crea ocho plazas de oboe para los Regimientos de las Guardias Españolas de Infantería y Guardias Walonas. Durante todo el siglo XVIII el número de músicos asignados a cada uno de los Regimientos de Infantería y de Dragones no pasa de seis u ocho, siendo el oboe y el pífano los únicos instrumentos de viento que se utilizan Revista de Historia Militar, II extraordinario de 2013, pp. 137-178. ISSN: 0482-5748


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