Page 100

REVISTA DE HISTORIA NAVAL 127

LA PRESENCIA NAVAL ESPAÑOLA EN LA EXPEDICIÓN A COCHINCHINA que deseaba la cooperación de un contingente del ejército de Filipinas, la guarnición española más cercana al posible teatro de operaciones. Así las cosas, el Consejo de Ministros acordó enviar a Cochinchina 1.200 hombres de infantería, un tren de artillería y uno o dos barcos de vapor, lo que se comunicó al embajador francés en Madrid y al representante español en París. El 25 de diciembre de 1857, el ministro de la Guerra comunicaba al capitán general de Filipinas, Fernando de Norzagaray, que la cooperación en la empresa de referencia se realizaría «en los términos que (…) permitan las fuerzas disponibles del Ejército de esas islas, así como las navales con que la Nación cuenta». Norzagaray debería dar las órdenes oportunas para que las fuerzas necesarias embarcasen con la mayor prontitud. Cinco días después, el Ministerio de Marina manifestaba al comandante general del apostadero de Filipinas: «… el escaso número de buques con que nuestra Armada cuenta en esas aguas, así como las preferentes atenciones del servicio especial de ese archipiélago, solo permiten que el pabellón nacional esté representado en la empresa por una o dos embarcaciones de guerra». La precaria Marina filipina Ciertamente, las previsiones ministeriales no eran exageradas. La Marina española en Filipinas disponía de escasos elementos para participar en una expedición militar en el continente asiático. En 1858, además del bergantín Escipión y de los pailebotes Nuestra Señora del Carmen y Pasig, se hallaban destinados en el archipiélago los vapores Don Jorge Juan, Reina de Castilla, Magallanes y Elcano, junto a varias lanchas y falúas de la marina sutil. El primero de estos vapores había sido construido en 1851, y los tres restantes databan de 1846. El Don Jorge Juan, de 350 caballos, estaba temporalmente indisponible, mientras que el Reina de Castilla, de 160, al igual que el Magallanes y el Elcano, de 100, eran indispensables para el servicio de las islas. No obstante, este último acabaría incluyéndose en la expedición a Cochinchina, para la que la Hacienda contrataría también varios buques de transporte destinados a la conducción y el aprovisionamiento de las tropas. Dichos buques eran las fragatas mercantes Amistad, Bella Carmen, Bella Gallega, Preciosa, Encarnación y Bella Antonia, nombres no demasiado en consonancia con las duras tareas que les quedaba por emprender. El 18 de octubre, el comandante general del apostadero de Filipinas, Antonio Osorio, se expresaba así en comunicación a su capitán general: «Con fecha 9 del corriente se dieron a la vela dos de los cinco buques transportes contratados para conducir el resto de la tropa para conducir el resto de la tropa, víveres, efectos de guerra y caballos destinados a la expedición de Cochinchina y en esta fecha lo han verificado los tres restantes». Por su parte, el comandante de los buques de transporte, teniente de navío josé María Tuero, había organizado eficazmente el servicio de los botes de todos los buques a su cargo, de manera que el cumplimiento de las peticiones del ejérci- Año 2014 REVISTA DE HISTORIA NAVAL 99


REVISTA DE HISTORIA NAVAL 127
To see the actual publication please follow the link above