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REVISTA GENERAL DE MARINA ENERO FEBRERO 2015

documento «se consignará una barra (/)», tal como dice textualmente la legislación que habla de ello (1). Sin duda, esa barra es la causante de que se use el vocablo barrar con este significado. En realidad, en la actualidad ya no se pone la citada barra (como la empleada en los antiguos talones nominativos), sino que se indica el signo NEGATIVO, tal como se aprecia en la figura (página anterior). Nicho tecnológico Vuelvo a desbarrar o rajar, según nuestra jerga. Me chincha, me fastidia sobremanera cada vez que escucho que cierto taller de la Armada es un nicho tecnológico que debe mantenerse en servicio. Por ejemplo, el taller de tratamientos superficiales del armamento portátil y ligero, existente en las instalaciones del Ramo de Armas de La Carraca en el Arsenal de Cádiz, está considerado un nicho tecnológico porque no hay una instalación semejante en ningún otro arsenal, y su actividad es y seguirá siendo imprescindible para la operatividad de la Armada. No me molesta esta exclusividad y la consideración que conlleva, sino que se le llame nicho, porque mi mente, inevitablemente, asocia esta palabra con su sinónima tumba y las connotaciones escatológicas que trae aparejadas. Nicho significa «1. Concavidad en el espesor de un muro, para colocar en ella una estatua, un jarrón u otra cosa. 2. Concavidad formada para colocar algo; como las construcciones de los cementerios para colocar los cadáveres». Por tanto, quien empleó por primera vez la frase nicho tecnológico no estuvo muy afortunado, salvo que en tal lugar se metiese un aparato destinado a estar expuesto al público (como un jarrón) o a ser guardado como un cadáver en un columbario. Además, PAÑOL DEL ESPAÑOL ¿qué pensarían los trabajadores que desempeñan su actividad en el susodicho taller si alguien les dice que se pasan ocho horas diarias en un nicho, por muy tecnológico que sea? No hay que descartar que alguno sienta claustrofobia. Trazabilidad Sigo rajando. Ahora contra la Real Academia Española (RAE) porque, en el avance de la vigesimotercera edición de su Diccionario, aparece el sustantivo trazabilidad, a pesar de que el Diccionario Panhispánico de Dudas (también publicado por la RAE) recomienda emplear rastreabilidad para referirse a la «posibilidad de rastrear el camino seguido por un producto comercial desde su origen hasta su destino final, así como el registro de todos los datos que permiten realizar dicho seguimiento». Aunque el citado Diccionario de las dudas desaconseja emplear trazabilidad (pues trazar no  significa en español «seguir el rastro», como sucede con el verbo inglés  to trace), el uso cotidiano ha impuesto este sustantivo. No obstante, casi siempre comparto que la RAE siga la política de acatar la decisión soberana del hablante porque es este quien tiene la última palabra a la hora de emplear el idioma, su idioma, tal como propugna la propia Academia. Además, en este caso acepto la decisión de incluir trazabilidad en la última edición del Diccionario, pues no detecto ninguna aberración lexicográfica que lo desaconseje. Exceso del (¿o de?) aforo Desbarro otra vez. Contra mí mismo. Porque siempre he dicho exceso de aforo para referirme a que el aforo ha sido excedido o sobrepasado. Es decir, me he pasado la vida desbarrando, ahora con el significado de equivocándome, ya que exceso de aforo significa que el aforo es excesivamente grande con respecto a la cantidad de gente que se espera que acuda a ese lugar; o sea, habría espacio de sobra para esas personas. (1) Ver Orden de 1 de febrero de 1996 por la que se aprueban los documentos contables a utilizar por la Administración General del Estado. Ministerio de Economía y Hacienda. BOE núm. 35, de 9 de febrero de 1996. 2015 129


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