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REVISTA ESPAÑOLA DE DEFENSA Nº 312 DIC 2014

peración y Desarrollo y ponerlos en contacto: nos coordinamos para que la fuerza militar interfiera lo menos posible en su trabajo y para apoyarles al límite de nuestras posibilidades».
Una escolta, un informe de situación para las ONG, pedir la limpieza de un campo de minas, trasladar a quien tiene los medios y los recursos económicos la petición para construir una escuela, perforar un pozo o prestar asistencia veterinaria, como ocurre ahora en el Líbano, son algunas de las misiones que se ven obligados a desarrollar.
No ocultan sin embargo que su trabajo beneficia también a las unidades militares desplegadas en el terreno y una parte de sus intervenciones (carreteras, puentes, líneas eléctricas, etc.) facilitan las acciones militares.
La necesidad de crear una unidad especializada surgió en el conflicto de los Balcanes, donde España desplegó varios destacamentos. Desde entonces, el batallón, que comenzó con unos pocos hombres y mujeres, ha madurado. «Kosovo fue duro, como antes el conflicto de Bosnia-Herzegovina, pero nuestra gente salió de allí sabiendo cómo afrontar nuevas misiones », según el capitán Gil.
Elena Pérez, que luce galones de capitán, explica que las ONG abandonaron hace tiempo su inicial resistencia a colaborar con los uniformados. «Saben que los militares pueden dar a veces una respuesta más rápida y es más fácil coordinar que duplicar esfuerzos», añade.
Afganistán ha sido la piedra de toque. Un estado inexistente, una cultura radicalmente distinta con múltiples etnias, a veces enfrentadas, y sin apenas infraestructuras. Había que hablar con la Shura (los ancianos), «explicarles que hacíamos allí, ganarnos su confianza en un ambiente que inicialmente es hostil y cargado de peligros», relata acudiendo a su experiencia el teniente coronel Sierra. A la pregunta de sin son conscientes de haber salvado vidas de soldados responden con un silencio púdico. El batallón CIMIC se ha ganado el prestigio entre las ONG y organismos internacionales de ayuda humanitaria «Notas cosas: pasa el tiempo y ves que en tu zona ponen menos bombas trampa que en donde no están los españoles o alguien te dice hoy no vayáis por aquí», relata el comandante Alejandro Díaz Caballero, que en unas semanas volverá al Líbano al mando del destacamento CIMIC. 
Es la última gran misión de esta joven unidad militar, pero seguro que no será la última: decenas Fotos: Batallón CIMIC de conflictos siguen incubándose en el mundo y terremotos, ciclones y huracanes se ceban cada año con los más desfavorecidos. Pozos que no son pozos y la capacidad para empatizar Aunque en el Ejército las unidades «van y vienen» constantemente y no son infrecuentes los traslados físicos de las mismas, el Batallón de Asuntos Civiles está unido desde su creación a Valencia. En sus filas hay poca tropa y muchos especialistas en múltiples disciplinas que voluntariamente realizan un curso de cooperación Civil-Militar (Cimic) para ingresar en la unidad. Su reputación hizo que el comandante de las fuerzas americanas en Afganistán, el general Petreus, pidiera su colaboración. Hay cosas que los americanos tienen dificultades para hacer y una de ellas es conectar con la población civil. José Francisco Sierra es diplomático al respecto. «Ellos hacen operaciones militares muy duras. Luego llegan a los sitios y gastan enormes recursos pero no hacen un seguimiento de los proyectos. No son conscientes de que la misión continúa. Hemos visto pozos que han pagado y que eran tubos de hierro donde el contratista había echado agua. A ellos les cuesta mucho llegar a la población civil, a nosotros menos, aunque no podría explicar el por qué. Quizá nos ponemos más fácilmente en el lugar de nuestros interlocutores», concluye. Diciembre 2014 Revista Española de Defensa 37


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