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REVISTA DE HISTORIA MILITAR EXTRA COLEGIO ARTILLERIA

26 CARLOS J. MEDINA ÁVILA establecido en 1576; la de Barcelona, creada en 154235, y la de Mallorca, que data en 1559. También cabe señalar que en 1590 se expedió una Real Cédula “… mandando al Gobernador de la isla de Canarias hiciese preparar un terreno en parte cómoda para que todos los naturales de ella se ejercitasen en el manejo de la artillería”. De estas escuelas artilleras trata Clonard en su obra36, afirmando que el Capitán general de la Artillería propuso y consiguió que Felipe II se plantease la organización de escuelas de artilleros en las plazas citadas, a las que añade las de Pamplona y Cádiz, las cuales estarían todas en funcionamiento en 1595, aunque mezquinamente y con escasos resultados, por lo que en 1600 solicitó a Felipe III “… mayor dotación y latitud, cosa que le fue denegada por razones de economía, si bien reconociendo la conveniencia y utilidad de los centros”. Aunque la Corona concedió finalmente en 1602 una asignación de fondos, ésta sería anulada tan solo dos años después. Para paliar la difícil situación37 que atravesaba la enseñanza artillera a finales del XVI y principios del XVII, con Burgos en precario, Sevilla reformada, y las restantes escuelas antes mencionadas prácticamente inactivas, el 31 de julio de 1604, el conde de Villalonga comunicaba a Juan de Acuña, Capitán general de artillería, la decisión del monarca –ya comentada en párrafos anteriores– de potenciar la escuela burgalesa y rehabilitar la de Sevilla, pero también la de organizar nuevos centros de instrucción para artilleros en otras plazas del reino, proponiendo Acuña para su establecimiento a Valladolid, Granada y Ávila, “… que por ser 35  Fueron varias las escuelas de artilleros que se establecieron en Barcelona en estos dos siglos. Vigón, además de ésta, hace mención a otros centros barceloneses, cuyas aperturas datan respectivamente en 1575 y 1605. No parece que ninguna de ellas tuviera una vida muy larga, si bien denotan el interés por los estudios sobre la artillería y la fortificación en la ciudad condal. Por su parte, Lizaur menciona la creación en 1575 de una escuela de artilleros en un torreón del Castillo de Santa Pau, junto a los locales de las Reales Atarazanas, al objeto de atender las nece-sidades de “la casa de la munición” recién creada. La importancia que había ad-quirido el puerto de Barcelona como enclave comercial tras la batalla de Lepanto, había hecho preciso potenciar la artillería de defensa de la ciudad, nombrándose en 1572 a tal fin un Capitán general de Artillería y ampliando las instalaciones de las Atarazanas -por entonces a cargo de los artilleros-, que se dedicaban funda-mentalmente a la fundición de cañones, a la reparación de armamento, material y bagajes, y al almacenamiento de pólvoras, explosivos y municiones. 36  DE SOTTO, Serafín María. Conde de CLONARD: Memoria histórica de las aca-demias militares de. España. Imprenta de Don José M. Gómez Colón y compañía, Madrid, 1847, pág. 23. 37  Situación de la que se hizo eco el mismo Secretario Real, Mateo Vázquez en uno de sus escritos, en el que expresaba “… la falta que ay de artillería es muy grande y la necesidad que cada día se tiene della mayor, y, aunque soy en estas cosas tan poca parte, e deseado que se diese algún remedio ….” (AGS, GA, leg. 169, f. 8). Revista de Historia Militar, I extraordinario de 2014, pp. 13-72. ISSN: 0482-5748


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