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REVISTA DE HISTORIA MILITAR EXTRA COLEGIO ARTILLERIA

36 CARLOS J. MEDINA ÁVILA Extremadura, y la tercera en Andalucía donde se enseñen las matemáticas, y particularmente la fortificación, y todo lo que toca a los ataques y defensa de plazas, la geografía, campamento de tropas, formaciones y movimientos de batallones, y otros ejercicios militares …”, y cuyos profesores debían ser ingenieros, que serían propuestos por el Ingeniero general al Capitán general de Artillería, para que éste a su vez los propusiera al Rey. No obstante, tampoco esta vez estas escuelas debieron de obtener los resultados esperados56. El 17 de abril de 1717, se ordenaba que los artilleros y bombarderos del Regimiento Real destinados en Cataluña efectuasen las escuelas prácticas y los ejercicios que estuvieran conformes con la instrucción remitida por su coronel y, casi cinco años después, el 11 de abril de 1722, se establecían nuevas escuelas de matemáticas y enseñanza de artillería en Barcelona57, Pamplona, Cádiz y Badajoz, dirigidas por oficiales de artillería, que percibirían por ello un sueldo de 50 doblones mensuales. Ese mismo año, Felipe V decretaba la creación de la clase de “cadetes de regimiento”58, en la que se incluían los “hijos de caballeros distinguidos, cruzados, títulos del Reino, hidalgos y oficiales del Ejército”. Estos cadetes regimentales eran formados en las unidades artilleras, bajo el control y la dirección de un capitán, que recibía la denominación de enseñar a los soldados, cabos, cadetes y sargentos en las partes que hacen hábil un oficial de artillería, mas tendrá de Academia que de Escuela …” (CARRASCO Y SAYZ: op.cit., serie 3ª, tomo XIX, 1889, págs. 708-713). Gil Ossorio, por su parte, diferencia “escuela” de “academia”, matizando que las primeras eran cen-tros de instrucción de tropa, mientras que las segundas constituían los centros de enseñanza teórica de los oficiales. 56  Así puede verse en CARRASCO Y SAYZ: op.cit., serie 3ª, tomo XVII, 1888, págs. 744-745; BARRIOS: op.cit. (1965), pág. 137; y HERRERO FERNÁNDEZ DE QUESADA: op.cit. (1990), pág. 50. 57  La Escuela de Barcelona se ubicaría provisionalmente en la Ciudadela por re-modelación de las Reales Atarazanas. Mateo Calabro, reputado matemático y Teniente del Cuerpo, que había sido director de la Real Academia de Matemáti-cas de Ingenieros, solicitó ser designado su director. Calabro, por su excelente papel había sido nombrado en 1723 Ingeniero Ordinario, lo que le había origi-nado problemas tanto entre sus compañeros artilleros -que consideraban que les había abandonado-, como con los oficiales de Ingenieros que le tenían como un advenedizo. Ante esta situación, solicitó mantener su pertenencia al Cuerpo de Artillería y su designación como director de la escuela de artilleros de reciente creación. No obstante, “… S.M. se ha servido que (la dirigiese) el Comisario Provincial de Artillería D. Guillermo Corral …”. Si bien Calabro asumió los cambios, las polémicas relaciones que creó la cuestión llevaron a que fuese susti-tuido finalmente por Pedro Lucuze, pasando la escuela pocos años después bajo responsabilidad del Cuerpo de Ingenieros. 58  No deben confundirse con los “cadetes del cuerpo” que, como se ha visto, recibi-eron formación en las unidades artilleras del ejército de Carlos II entre los años 1692 y 1698. Revista de Historia Militar, I extraordinario de 2014, pp. 13-72. ISSN: 0482-5748


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