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REVISTA DE HISTORIA MILITAR EXTRA COLEGIO ARTILLERIA

368 EMILIO MONTERO HERRERO en España del sistema Gribeauval, por considerar que era el único que actua-ba con rapidez y eficacia en la protección de la infantería. En 1793, al declararse la guerra a Francia, con el empleo de teniente coronel de artillería y el nombramiento de Cuartel Maestre General del Ejér-cito del Rosellón, sirve a las órdenes del general Ricardos en la batalla de Masdeu, en la toma de Argeles y en la rendición del castillo de Bellegarde. Como mariscal de campo se encuentra, asimismo, en las defensas de las lí-neas de Figueras, del 17 al 20 de noviembre de 1794. En 1795 es nombrado caballero de Santiago y se le destina a Castilla para sustituir a Crespo en el mando de su ejército. Terminada la guerra con Francia, asciende a teniente general el 16 de septiembre de 1795; escribe el libro “Campaña del Rosellón”; y se le enco-mienda la misión de dirigir las principales defensas de los Pirineos junto a O`Farrill y Samper. Demuestra su gran capacidad de trabajo, al terminar en seis meses la redacción de cuatro reglamentos de artillería que se le habían encomendado sobre plantillas y organización, funciones y ascensos de los oficiales, comi-sarios de guerra y juntas económicas, uniformidad, devengos y armamento. Una vez finalizado, forma parte de la Junta de Generales encargada de re-dactar unas nuevas ordenanzas generales del ejército. En 1797 Godoy le designa para que reforme y actualice las fábricas de pólvoras de Murcia y Granada, cometido que ejerce durante dos años al frente de un equipo compuesto por oficiales de artillería. Finalizada esta comisión, redacta “Arte de fabricar la pólvora”, obra que fue declarada de uso obligatorio de los alumnos del Colegio de Artillería, y que es enviada a las unidades artilleras para enseñanza. El 28 de junio de 1800 es nombrado Capitán General de Andalucía y Gobernador de Cádiz, donde hace frente a una epidemia de fiebre amarilla que amenazaba invadir toda Andalucía, y al temor de que una escuadra in-glesa, situada fuera de la bahía, pudiera atacar la ciudad. Ante las dificultades que presentaba la defensa de Cádiz, envía un men-saje al almirante Keith en el que le sugiere que abandone sus propósitos, debido la grave epidemia que padecía la ciudad y para evitar el contagio de sus soldados y un gran derramamiento de sangre. La divulgación de dicha carta produjo el descrédito del almirante inglés por su actitud poco humanitaria, que junto al empeoramiento de las condi-ciones meteorológicas, hizo que desistiera de sus propósitos. Durante la Guerra de las Naranjas, en 1801, fue Cuartel Maestre General de Godoy, encargándose de la puesta a punto de la artillería. Finalizada la campaña, el Príncipe de la Paz le confía la actualización de las Ordenanzas Revista de Historia Militar, I extraordinario de 2014, pp. 359-446. ISSN: 0482-5748


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