470 JOSÉ MIGUEL DE LOS SANTOS GRANADOS universitario es preciso haber realizado el máster de aptitud pedagógica, parece lógico que en nuestro ámbito exista una exigencia similar. La mayor parte de los profesores del CUD, o, al menos un número elevado de los mismos, tiene el título de doctor. Si bien no parece lógico exigir una titulación igual a los profesores militares, sí se debería dar la posibilidad de realizar cursos de postgrado y, en determinados, casos, el doctorado o máster en alguna materia relacionada con la impartida en la ACART. Por último, los profesores universitarios realizan, por norma general, labores de investigación, que, además, se le tienen en cuenta para su pro-moción profesional. Esta constituye, quizá, la principal carencia de nuestros profesores militares, carencia motivada, en la mayoría de los casos, por la ausencia de tiempo para esta labor, debido a la falta de personal o, al menos, lo ajustado de las plantillas para la función docente. Estas propuestas de “convergencia” con el profesorado universitario no se realizan desde un mimetismo injustificado basado en la idea de que “todo lo universitario es mejor” o de que “hay que convertir las academias militares en una universidad, privándole de su carácter fundamentalmente castrense”, sino desde el convencimiento de que, desde el punto de vista de la formación de nuestros futuros oficiales, es lo más conveniente. Para conseguir este resultado final, se hace necesario incidir en dos as-pectos fundamentales: la selección del profesorado, y su permanencia en los centros de enseñanza. Actualmente ya se realiza una selección del profesorado, pues todas las vacantes de enseñanza son de libre designación, es decir, en principio, no existe ningún condicionamiento para que el Director de cada centro de en-señanza pueda elegir entre los posibles candidatos al considerado más idó-neo, en función de sus cualidades y experiencia profesional. Sin embargo, la experiencia demuestra que esta “libre designación” no es tal ya que, en muchos casos, el número de peticionarios coincide con el de vacantes, cuan-do no es inferior. Por tanto, para que, en el futuro, se puedan tener garantías de que el personal seleccionado es el más adecuado, es preciso que la labor docente se vea incentivada de alguna manera, reconociéndose profesional-mente su trascendencia en el futuro de la Institución. Algo similar sucede con la permanencia de los profesores en los centros docentes. En el futuro se debe garantizar una cierta permanencia del pro-fesorado que, por un lado, asegure su cualificación para la docencia, y, por otro, haga rentable la inversión realizada en su formación a través de cursos post grado, másters, etc. Revista de Historia Militar, I extraordinario de 2014, pp. 447-484. ISSN: 0482-5748
REVISTA DE HISTORIA MILITAR EXTRA COLEGIO ARTILLERIA
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