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REVISTA GENERAL DE MARINA AGO SEP 2015

CENTENARIO DE LA CREACIóN DEL ARMA SUBMARINA el normal en los torpedos para regular su carrera, sino un complejo aparato eléctrico de resistencias variables conectado a un manómetro, que por desgracia se ha perdido, aunque se conserva alguna descripción. se puede decir que ese no es el procedimiento usual en los posteriores submarinos, pero Peral quería asegurar la estabilidad de su buque y dotarlo de las mayores garantías. Junto a las hélices dispuso timones de buceo, pero no en popa. En cualquier caso, el sistema funcionó perfectamente en las largas pruebas a que se vio sometido el submarino, y es de señalar que añadió un margen de seguridad muy deseable, ya que, por ineficiencia de los operarios, los tanques de lastre no resultaron completamente estancos, lo que hacía muy problemático un adecuado trimado del submarino. Dichos tanques eran vaciados opcionalmente por dos bombas de seis caballos y medio o por aire comprimido. En las largas y complejas pruebas preliminares, en las que el submarino navegó casi 300 millas náuticas, no solo en la bahía de cádiz sino en mar abierto, hecho insólito incluso por entonces en otros prototipos, Peral consignó una velocidad máxima de algo más de 10 nudos en superficie y poco menos en inmersión, dada la pureza de las líneas del casco, y una autonomía de 396 millas con un único motor funcionando y a tres nudos, datos muy superiores a las conseguidos por los submarinos operacionales durante largos años, que se debían a las líneas de su casco, mucho mejores a las adoptadas posteriormente en forma de buque para las navegaciones en superficie. Indudablemente el prototipo de Peral tenía algunas limitaciones: su casco de sección cilíndrica hacía poco estable al buque en superficie, especialmente cuando el oleaje le daba de costado, y las baterías solamente podían ser recargadas en tierra. Pero los motores de explosión y diésel apenas habían nacido cuando Peral construyó su submarino y resulta excesivo achacarle esa carencia. Por otro lado, lo que él proponía era un torpedero submarino de defensa de costas, y no el «crucero submarino» al que nos han acostumbrado dos guerras mundiales. La propia experiencia aconsejó a Peral que el siguiente prototipo subiera a las 120 toneladas y 30 metros de eslora, con un casco con delgados a proa y popa para mejorar su navegación en superficie, lo que posibilitaría instalar dos tubos lanzatorpedos en proa, uno encima del otro, y quillas de balance. Igualmente pensó en instalar varios periscopios, blindar la torreta y dotar al submarino de armamento de superficie, en concreto cañones neumáticos Zalinsky, de gran calibre y con proyectiles explosivos, mucho más aptos para el bombardeo de objetivos en tierra que para hundir acorazados, lo que muestra que Peral estaba ya planeando potenciar decisivamente las capacidades del submarino. En lo que alcanzó plenamente la genialidad, si es que no lo había logrado antes, fue en que se puso en contacto con Rudolph Diesel, el inventor del motor de su nombre, para dotar a su submarino de tal propulsión y posibilidad de recarga de las baterías. Pero el ingeniero alemán le confesó que en aquel 2015 225


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