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REVISTA GENERAL DE MARINA AGO SEP 2015

sOLILOquIO DE subMARINIsTA Luis Francisco sÁNchEZ-FEIJOO LÓPEZ (RR) sTE discurso conmigo mismo comenzó hace 41 años, cuando hacía la especialidad de submarinos —los actuales tripulantes embarcados de mayor edad tendrían por tanto cuatro años—. En aquellos años 70 se podía decir que eras submarinista sin que te confundieran con un buceador, tal como actualmente se aplica esta confusa acepción; de igual modo, se podía referir uno a que era submarinista sin que un agramático progresista contraviniera la citada denominación por la de «submarinisto », todo ello en aras de la igualdad; ¡bueno!, pues ya tenemos mujeres en las tripulaciones que encajan a la perfección en el término que actualmente seguimos usando. Y haciendo un aparte a lo dicho me pregunto cómo un segundo comandante distribuiría equitativamente el agua racionada a bordo de aquellos submarinos S-30 y S-60 para el tripulante y la «tripulanta». Entonces eran tiempos en los que el lema del Arma, Ad utrumque paratus, era traducido a los noveles alumnos por «no toquéis los aparatos»; en la Serie 30 —con lecho individual— se aplicaba la máxima «una hora compensa pijama », es decir, si crees que vas a tener una hora desocupada es preferible desvestirse a tumbarse vestido sobre la litera; los chalecos de escape con capucha de los S-30, y nada digo de los vulgares de flotabilidad de los S-60, que siendo para uso en superficie también se utilizaban para escape y eran poco fiables; el vestuario para navegación en superficie era atérmico y permeable, a pesar de consistir en chubasquero, chaquetón, jersey, camisa, camiseta, toalla al cuello, gorro, pantalón de agua, pantalón de tela, botas de agua, calcetín de lana, casco con máscara y guantes de cuero forrados; la cama caliente de los S-60 estaba equipada inicialmente con sábanas, fundas de almohadas y manta zamorana —no llegaron los sacos de dormir hasta años 2015 403


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