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REVISTA GENERAL DE MARINA AGO SEP 2015

CENTENARIO DE LA CREACIóN DEL ARMA SUBMARINA Aquello era, sin duda, el más completo éxito, y en junio de 1890 una ola de entusiasmo sacudió el país, desde el Parlamento a las clases más humildes, llegándose a proponerle para recibir la cruz Laureada de san Fernando y hasta un título nobiliario. Pero, sin embargo, la situación dio un giro asombroso, pues en noviembre de aquel mismo año un desengañado Peral pedía su baja en la Armada y el proyecto del submarino era abandonado por completo. se ha hablado de celos profesionales, de intrigas políticas, de falta de comprensión y de otras muchas posibles explicaciones. sin poder entrar en la cuestión con detalle, señalaremos la que nos parece más plausible: La última y definitiva prueba del submarino, que nunca se llevó a cabo, era la travesía del estrecho de Gibraltar, sumergiéndose en Algeciras y emergiendo en ceuta, y así se publicó oficialmente. Inmediatamente la prensa, folletos, libros y la opinión popular presentaron al submarino como el «arma secreta» que nos devolvería el Peñón, pese a la entonces hegemónica Royal Navy, lo que indudablemente llevó al Gobierno británico a dar discretos pero firmes avisos al Gobierno español, que entonces era nuevamente presidido por cánovas tras suceder a sagasta a comienzos de julio. Gran bretaña había dado un ultimátum ese mismo año a Portugal por su pretensión de unir sus colonias de Angola y Mozambique a costa de los deseos expansionistas británicos en Rodesia, y eso que Portugal había sido un tradicional aliado y en modo alguno suponía un peligro para la pérfida Albión. cabe imaginar lo que estaría dispuesto a hacer el Gobierno de la reina victoria por algo que sí era una amenaza militar. Y, desde luego, cánovas no iba a arriesgar la relación con la entonces primera potencia industrial, naval y comercial del planeta por algo que consideraba personalmente como una quimera. Por si faltara poco, la crisis portuguesa desprestigió a la monarquía en el vecino país, dando aliento a las conspiraciones republicanas, como el pronunciamiento de la guarnición de Oporto al año siguiente. En España, el submarino se vio, por parte de los republicanos iberistas, partidarios de abolir las monarquías en los dos países y hermanarlos en una república, como el arma ideal para derrotar al odiado enemigo secular. Así en los mítines, junto a los vivas a Peral, al submarino y a la Marina española, no faltaban gritos a favor de la revolución y de la república. Y aquello fue la gota que derramó el vaso, aunque, por supuesto, nunca se dijo nada parecido y se enterraron los reales motivos bajo una sarta de argumentos absolutamente especiosos y hasta irracionales, como demostró cumplidamente José de Echegaray, nuestro primer nobel y gran defensor de Peral. Ya en la vida civil, este creó varias empresas sucesivas de instalaciones eléctricas, patentó dos modelos de ascensor, un proyector de arco, un varadero circular para torpederos y otros inventos, algunos no patentados, como una ametralladora neumática accionada por electricidad. Pero el cáncer de piel que padecía, cuyo tratamiento había descuidado hasta que fue demasiado tarde, le llevó a la tumba en 1895. 2015 227


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