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REVISTA GENERAL DE MARINA AGO SEP 2015

CENTENARIO DE LA CREACIóN DEL ARMA SUBMARINA casi toda la noche, aunque solíamos contar con voluntarios de otros destinos que colaboraban cuando estaban francos de servicio. No faltó alguna emergencia médica. una noche, un oficial en prácticas que arranchaba en una litera del nivel superior de la cámara de torpedos, al bajar de ella, con la poca luz que es habitual en esta zona, encontró en su descenso un cajón de una taquilla de un nivel más bajo abierto, con el que se golpeó en la espalda, a nivel dorso-lumbar. sufrió de inmediato una impotencia funcional de los miembros inferiores. «¡No siento las piernas!» se convirtió en algo más que una célebre frase de película. Me planteé la posibilidad del sondaje vesical, ya que no podía orinar. Afortunadamente estábamos a unas horas de cartagena y podíamos entrar en puerto para evacuarlo. Mientras el accidentado reposaba en una camilla rígida, planeamos la mejor forma de sacarlo a través de la escotilla, manteniendo inmovilizada su columna vertebral. Después de varios días de convalecencia en el hospital Naval, recuperó el control de sus piernas sin más secuelas.» Hombres y mujeres que pasan días del año lejos de sus familias, del aire fresco y del sol, realizando un trabajo peligroso en condiciones incómodas, sin el reconocimiento que se merecen. Afortunadamente, cuando el submarinista acepta de buen grado estos inconvenientes y se habitúa a ellos, llega a parecerle todo normal. 420 Agosto-septiembre


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