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REVISTA GENERAL DE MARINA AGO SEP 2015

CENTENARIO DE LA CREACIóN DEL ARMA SUBMARINA Un inexplicable rechazo y continuamos sin submarinos Pero entonces volvimos a prescindir de los submarinos, a pesar de que en el mismo informe de Estrada se recomendaba «disminuir en dos o tres unidades los 24 torpederos que se han de construir y con su importe adquirir uno o dos submarinos para ir enseñando al personal...». Por lo expuesto, resulta inconcebible que la Armada rechazara el ofrecimiento de la firma británica vickers —que había construido para Inglarerra submarinos del tipo Holland norteamericano—, principal socio de la sociedad Española de construcciones Navales (sEcN), el consorcio industrial elegido para las construcciones del Plan Ferrándiz, y en cuya oferta formulada para el concurso incluyó un submarino de unas 120 toneladas sin coste, o sea ¡un regalo a la Armada! En su segundo Gobierno, canalejas afirmó en su primer discurso en las cortes su decidido propósito de impulsar la renovación de la Escuadra, y el titular de Marina, capitán de navío Pidal, para darle continuidad al Plan Ferrándiz, presentó un proyecto ambicioso que incluía la construcción de tres acorazados, tres destructores, seis sumergibles (de 400 toneladas de desplazamiento en superficie). Desgraciadamente el plan no prosperó por el asesinato de canalejas el 12 de noviembre de 1912. De nuevo la Armada se quedaba sin submarinos. Ese programa lo haría suyo el nuevo presidente del consejo, conde de Romanones, con Amalio Gimeno en Marina y su fallido proyecto de construcciones navales de 1913, que incluía ocho submarinos. Dos días después de ser presentado en las cortes, caía el Gobierno, y otra oportunidad malograda. España seguía sin submarinos. El almirante Miranda y su acertado cambio de rumbo El vicealmirante Miranda, en su primer periodo de ministro de Marina, elaboró un programa de nuevas construcciones que era una continuación del de 1908. Incluía dos acorazados, dos cruceros rápidos y tres sumergibles. Fue presentado a las cortes en mayo de 1914, pero apenas tres meses después estalló la Gran Guerra y, mientras crecía la expectación mundial ante la que parecía inevitable gran batalla, entre la masa de acorazados de la Grand Fleet británica con los de la hochseeflotte germana, el decisivo combate no se producía. Pero bien pronto fueron conocidos los reveses sufridos por los acorazados, tanto los hundidos en los Dardanelos como los destruidos con gran facilidad en los combates de las coronel y las Falkland. Al mismo tiempo, irrumpió en escena el submarino, con el espectacular hundimiento de los cruceros acorazados británicos Aboukir, Hogue y Cresy, víctimas de los torpedos alemanes del U-9, que revelaron al submarino como un arma eficaz y barata al alcance de las marinas modestas. 2015 257


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