El empleo de agentes químicos como arma se conoce desde hace siglos. En documentos del siglo V a.C., se describe como la secta china Mohist introducía humos procedentes de semillas de mostaza y otros vegetales en los túneles que excavaban los ejércitos enemigos. En escritos chinos datados alrededor del año 1000 a.C., se describen cientos de recetas para producir humos tóxicos o irritantes y numerosos registros de su uso durante las guerras. Gracias a este tipo de documentos se conoce el empleo de la «niebla atrapa espíritus» que contenía arsénico y óxido de calcio pulverizado para disolver una revuelta campesina en el año 178 después de Cristo.