Este libro viene a demostrar que los Estados miembros estamos insoslayablemente abocados a una defensa común en el marco de la Unión Europea. No se trata de una soflama idealista europeísta sino de una conclusión lógica fruto de una investigación doctoral.
Ésta se basa en la inercia del proceso de construcción europeo, que tiende imparablemente a la integración y, además, en que la defensa europea constituye un interés común esencial para los Estados miembros dada la brecha existente entre la acuciante necesidad de afrontar todo el espectro de misiones militares, incluidas la defensa colectiva y las más exigentes de combate que el contexto de seguridad actual plantea a Europa, frente a la escasa disponibilidad de recursos en las defensas nacionales. Solo mediante una Unión de defensa europea, es posible dotarnos de una defensa autónoma, capaz y creíble.
Coherentemente con esta situación, el Tratado de Lisboa refleja el cambio de paradigma necesario con relación a la defensa y proporciona los elementos jurídicos necesarios para conseguir materializar una defensa común creíble.
De hecho, a partir de la entrada en vigor del Tratado de Lisboa, podemos decir que estamos en el camino hacia una defensa común y ya se están dando pasos.