A lo largo de la historia, la guerra ha acompañado al hombre continuamente. Desde siempre ha sido la forma más contundente, y a menudo la única, que había para resolver determinados conflictos entre grupos humanos.
Por otra parte, la guerra ha movilizado tal cantidad de recursos, energías e inteligencias que es indiscutible su condición de factor muy importante del progreso humano.
Sin embargo, hoy se duda de que sirva para resolver los mismos tipos de conflictos que antaño y se duda también de que siga siendo factor de progreso. El poder de destrucción en manos del hombre es tan grande y las consecuencias de tal alcance, que en la actualidad se puede poner en peligro, no la vida de un pueblo, ni siquiera de una civilización, sino el patrimonio biológico y la existencia misma de la especie humana.