Las murallas de Cádiz en un tiempo de cambio es una revisión del conocimiento que teníamos sobre el amurallamiento gaditano entre los últimos años del siglo XVII y los primeros del siglo XVIII, que nos permite afirmar que Cádiz fue pionera en la organización de un sistema gestor, no solo para la formación de sus fortificaciones, sino también para la distribución de los recursos económicos con los que éstas iban a levantarse, estableciendo sólidamente las bases técnicas, humanas y financieras para la formación del Cádiz abaluartado del siglo XVIII.
Técnicamente la ciudad se convirtió en un área de experiencia para los ingenieros militares que, inicialmente procedentes de Flandes, trataron de solucionar las dificultades derivadas de la fortificación marítima, especialmente en uno de los frentes de la ciudad, el del Vendaval, donde el mar amenazaba el caserío. El cabildo trató de convertir la fortificación de esta zona en una reforma urbanística para abrir espacios, sobre todo para la construcción de una nueva Catedral.
Desde el punto de vista financiero, en Cádiz se fraguó un sistema de arbitrios, inicialmente administrados por el cabildo municipal y desde 1728 por una Junta, mediante los que la ciudadanía contribuyó a la edificación de sus murallas.