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trabajo en el que el «yo» no existe, sino el «nosotros», la dotación, que como una sola voluntad actúa ante el liderazgo de su Comandante. Ser submarinista no está al alcance de cualquiera. No hace falta ser el más listo, ni el más fuerte, ni el más guapo, pero sí hay que estar hecho de una madera especial. Si nos preguntamos cuáles son los rasgos fundamentales del carácter de un submarinista asumir con recia voluntad las duras condiciones de vida a bordo; la generosidad, para renunciar voluntariamente y con alegría a las comodidades que hoy en día nos ofrece la sociedad; y el valor, para actuar con temple en situaciones que pueden poner en riesgo la vida de la dotación, incluso en tiempo de paz. Sólo una élite, sólo unos pocos están llamados a ser submarinistas. Pero entonces, ¿es de locos ser submarinista? Pues no, nada más alejado de la realidad. Las duras condiciones de vida se ven con creces compensadas por el espíritu de equipo, de cohesión y de camaradería que se respira a bordo y que se forja milla tras milla, inmersión tras inmersión. El valor del equipo, de la dotación, es fundamental y esto se palpa cuando uno navega en un submarino. Las virtudes de cada uno se ponen a disposición del bien común, y los defectos personales se suplen con el apoyo y contribución de todos los compañeros por sacar adelante la misión. Cualquier tarea, por pequeña que parezca, tiene su importancia en un submarino, y muchas veces las vidas de todos pueden estar en las manos de cualquiera cohesionada, bien adiestrada y bien dirigida constituye una máquina de combate demoledora e implacable. La recompensa del submarinista se encuentra en la grandeza del servicio callado que no busca lucimientos, en la grandeza de trabajar bien para servir a España, en la grandeza de vivir de manera auténtica las virtudes militares. Por eso el espíritu submarinista sean más o menos modernos. No. Sabe vivir con sobriedad en la abundancia y con abnegación y alegría en la adversidad. Por eso esta vocación es tan especial y siempre está de moda, no muere, es joven y moderna, a la vez que heredera de una tradición ya secular. Sólo aquel que ha pasado parte de su vida bajo el mar puede comprender completamente este espíritu. Definitivamente el servicio en submarinos supone una aventura apasionante, plagada de actividades muy variadas, misiones reales, adiestramientos duros, ejercicios y patrullas. Compañerismo, sacrificio, entusiasmo, disciplina, entrega, paciencia, acometividad, observación, prueba, adversidad, juventud, experiencia, acción, humanidad, nobleza, fidelidad, ejemplo, orgullo, humildad. El submarinista sabe que «el osar morir da la vida, porque los honores con grandes peligros y trabajos se adquieren». 28 BIP «EL ESPÍRITU SUBMARINISTA» Ser submarinista es algo paradójico. Bajo la aparente locura de gozar navegando sumergido en un tubo a doscientos, trescientos metros de profundidad, quien conoce a un submarinista se da cuenta de que no es su atracción por el mar lo que le empuja a embarcarse en condiciones hostiles (falta de espacio e intimidad, incomodidad física, riesgo, etc) sino su entrega absoluta al servicio de España arriesgando misión a misión su vida. ¿Qué otro ideal puede llevar a un marino a vivir bajo el agua treinta días sin ver la luz del sol, respirando un aire cargado de tensiones, con falta de oxígeno, sin comunicación con los suyos? La vocación del submarinista es un punto más, un plus en la vocación militar. Es servir a la Patria en lo oculto, en la discreción. Es una entrega de veinticuatro horas al día, preparado en todo momento para realizar aquello que se le manda; un se podría decir que ha de primar la humildad, para saber trabajar en equipo olvidándose del propio yo; la fortaleza, para de los hombres y mujeres que conforman la dotación. Por eso, el submarinista, sea cual sea su graduación, su experiencia y su puesto a bordo, lucha diariamente por mejorar, apoyado en el ejemplo de sus compañeros. El equipo bien liderado es algo superior a la simple suma de los talentos individuales de cada miembro. La dotación de un submarino bien es fuerte, recio, grande y no depende de las circunstancias coyunturales de tener más o menos submarinos, o de que éstos astucia, riesgo, calor, frío, silencio, oscuridad, luz, amistad, reparaciones, esfuerzo, éxito, frustración, lealtad, valor, reflexión, CC. TOMÁS CLAVIJO REY-STOLLE COMANDANTE DEL SUBMARINO TRAMONTANA ¿EL SUBMARINISTA NACE O SE HACE? Podíamos pensar que para formar parte de la dotación de un submarino y desempeñar con éxito las funciones encomendadas, es necesario contar con ciertas cualidades personales y capacitación técnica que ha de adquirirse y perfeccionarse a lo largo de la trayectoria profesional. La capacitación técnica ha de adquirirse en la Escuela de Submarinos, «ALMA MATER» de todo submarinista, donde se prepara y forma a las futuras dotaciones sobre los cometidos a desempeñar en función de su empleo y especialidad, completándose con un período de prácticas a bordo de los submarinos, para afian-


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