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Se da la singular circunstancia histórica de que la Armada fue testigo imprescindible de tres relevantes hechos históricos en los que los halcones de cetrería son elevados al más alto rango del protocolo diplomático: la cesión de la isla de Malta a los caballeros de San Juan en 1530 y las conquistas de Túnez y Argel en 1535. De todos es conocido que la cesión de la isla de Malta a los caballeros Sanjuanistas por parte del rey Carlos I de España, para que le ayudaran a defender el Mediterráneo de los deseos de expansión del imperio otomano, se realizó imponiéndoles como testimonial tributo de vasallaje la entrega anual de un halcón de cetrería. El famoso halcón maltés, que nunca fue una figurilla de oro y piedras preciosas de incalculable valor como narra el genial Dashier Hammet en su inolvidable novela «El Halcón Maltés». Sino un halcón, adiestrado para el arte de cetrería, que recibieron todos los reyes de España hasta bien entrado el siglo XVIII, cuando Napoleón expulsó a los caballeros de la isla. En el año 2005 promovido por el Real Gremio de Halconeros, contando con el apoyo del Ministerio de Asuntos Exteriores y Cooperación y la Armada española, recuperamos testimonialmente este hecho histórico con motivo de ofrecérselo como regalo a S.M. el rey D. Juan Carlos, patrono mayor perpetuo del Real Gremio de Halconeros, en el trigésimo aniversario de su proclamación. Con este motivo una delegación española compuesta por miembros del Real Gremio de Halconeros y de la Armada española representada —de orden del entonces AJEMA, don Sebastián Zaragoza Soto, halconero de honor del R.G.H.E.— por el contralmirante don Juan Francisco Serón Martínez y los capitanes de fragata don Carlos Molinero Gamio, don Pedro de la Puente García-Ganges y don Manuel Cavaleiro Larrán, viajamos hasta la Valeta -capital de la República de Malta- donde con gran solemnidad, en una brillantísima ceremonia pública, tuve el honor de recibir, como halconero mayor del reino, de manos del presidente del gobierno maltés, señor Lawrence Gonzi, un halcón que puso en mi mano con el encargo de hacerlo llegar a Madrid y entregárselo a S.M. el rey, dando cumplimiento a esa tradición que recuerda al mundo la universal grandeza de nuestra Historia y Cultura Naval cultura, nuestra Armada y nuestra historia. El halcón maltés arribó a España en Mallorca, a bordo del patrullero de altura Vigía al mando del comandante don Augusto Vila Miranda. La conquista en 1535 de Túnez, «la más alta ocasión que vieron los siglos pasados, los presentes, ni esperan ver los venideros», a decir del ínclito Miguel de Cervantes, conocido por el Manco de Lepanto, terminó tras un enfrentamiento crudelísimo entre las armadas más poderosas de la época; la española y la turca. Apoyado por Solimán el Magnífico, el pirata Barbarroja, almirante otomano, se apodera de Túnez en 1534, deponiendo al Bey Muley Hassan, vasallo del reino de España. Carlos I convoca cortes en Madrid para solicitar subsidios para recuperar Túnez y devolver el mismo a su rey legítimo, que había sido destronado por los anteriormente citados. Se convoca para la operación a las escuadras del Cantábrico y de Flandes. Durante un año, escuadras españolas y portuguesas se van concentrando en Barcelona y la campaña va contando con el apoyo de numerosos nobles españoles, como los duques de Alba y Nájera, el conde de Benavente, el marqués de Aguilar, el conde de Niebla, Luis de Ávila, Fadrique de Toledo, comendador mayor de Alcántara, y Fadrique de Acuña. Durante el invierno de 1534-1535 Carlos I comienza a preparar una expedición marítima a Túnez. Tras 28 días de combates, el 14 de julio de 1535, fue tomada la Goleta, llave del reino de Túnez. En la fortaleza se encontraban casi 300 cañones procedentes muchos de Francia y en el puerto unas cuarenta galeras y otras naves de diverso calado. Tras la victoria española se llegó a unas capitulaciones que regularon un tratado de paz entre el de nuevo rey Muley Hassan y el rey Carlos I quien, para sellar el tratado exigió al monarca tunecino la entrega anual de seis caballos árabes y 12 halcones berberiscos. Una vez más la gloriosa Armada española fue testigo de cómo los halcones eran elevados al más alto rango del protocolo diplomático. Quinientos quince años después, los halconeros, queriendo recuperar la memoria de este hecho histórico, que nuevamente acreditaba la universalidad de nuestra cultura y la grandeza de nuestra Armada, se propuso conmemorar esta efemérides y para ello negoció con la Embajada de Túnez, la Universidad de Alcalá, el Consejo Superior de Investigaciones Científicas y la Armada —que participó con el beneplácito del AJEMA don Manuel Rebollo García, halconero de honor del R.G.H.E—. una serie de actos tanto en Túnez como en España para conmemorar esas gloriosas jornadas conocidas como las Jornadas de Túnez. Se llegó a un interesantísimo acuerdo en el que se celebrarían conferencias en las universidades de ambos países y actos conmemorativos en los que participarían las Armadas de ambos estados. La revolución, conocida como primavera árabe, truncó el proyecto. Pero eso no impidió al Real Gremio de Halconeros, patrocinado por un gran mecenas español, eficaz promotor de todo lo relacionado con la Marina, don Ricardo Aguirre García, publicar dos mil ejemplares de una magna obra que con el título Túnez, 1535. Halcones y halconeros en la monarquía y la diplomacia española fue regalada en su totalidad a la Armada a través de la Fundación Museo Naval para una vez más promover la historia de España y su Armada, teniendo como protagonistas singulares a los halcones de cetrería. Entrega de la bandera de la República de Malta a la Virgen del Carmen En recuerdo de la excepcional singladura que supuso el viaje a Malta, el Real Gremio de Halconeros quiso agradecer a BIP 37


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