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REVISTA DE HISTORIA MILITAR 114

LA INTELIGENCIA MILITAR EN LA PENÍNSULA IBÉRICA... 17 dentro de los países de su alrededor. Me refiero a los contactos cultivados por las cortes reales dentro de los reinos extranjeros, específicamente entre las grandes familias nobles. Los reyes de Aragón mantuvieron una relación constante con distintas figuras importantes dentro de los otros reinos, especialmente Castilla, con el cual compartía una larga frontera. Eso explica por qué Jaime II expidió y recibió tantas misivas de don Juan Manuel durante tantos años12. Esta era una relación de naturaleza recíproca, ya que el monarca aragonés tenía en don Juan Manuel otra fuente de información en Castilla y en la frontera, y además un potencial aliado con recursos militares considerables, mientras que el magnate se aseguraba la protección y los beneficios de mantener una relación cercana con un rey de la talla de Jaime II. No solo eso, sino que el monarca aragonés mantuvo contactos con otras figuras durante la minoría de Fernando IV, como los infantes Juan y Enrique, don Alfonso de la Cerda13 y don Juan Núñez de Lara14, específicamente, para desarrollar la invasión de Murcia y luego retener los territorios conquistados. Las comunicaciones con grupos insubordinados continuaron aun después de que Fernando IV reinara como adulto, inclusive durante las negociaciones de paz con el reino de Murcia y después de firmado un acuerdo de paz entre Castilla y Aragón15. Finalmente, otra forma de cultivar contactos entre las élites de otros reinos era mediante la acogida de exiliados. El dar asilo a disidentes extranjeros siempre conllevaba un cierto riesgo político y, en el caso de los exiliados, tal vez uno de índole personal además. Por ende, era de esperar que los líderes del reino que los cobijaba exigiesen noticias sobre los territorios de los que habían sido desterrados. En pocas palabras, el refugio se pagaba con información. Este era un proceso establecido y aceptado, casi se podría hablar de una puerta giratoria entre los distintos países, como se vio durante el reinado de Alfonso X el Sabio (1252-84) cuando recibió como exiliado a Sancho II de Portugal (1223-47) en 1247; en las rebeliones contra Alfonso X cuando una serie de magnates acompañados por sus seguidores se dirigieron 12  Ibídem, pp. 233, 253, 257-59, 267-73, 304, 306, 311-13, 332-34, 337-38, 385-88, 392- 403, 414-15, docs. 10, 36, 41-42, 50, 52-55, 101, 103, 112, 114, 145, 147, 154, 216, 218-19, 224-27, 230-36, 250. 13  Ibídem, p. 233, doc. 10. 14  BENAVIDES, Antonio: Memorias de don Fernando IV de Castilla. Ed. Imprenta J. Rodríguez, Madrid, 1860, vol. II, pp. 161-63, doc. 96, «Obligación que hizo don Juan Núñez, señor de la casa de Lara, a Jaime II, rey de Aragón, y a don Alfonso, hijo del infante don Fernando, de ayudarles en la guerra que hacían a los hijos de don Sancho, rey de Castilla» con fecha de 7 de abril de 1298. 15  GIMÉNEZ SOLER, Andrés: op. cit., pp. 300, 304, 306, 313, 321, 337-38, 386-87, 392-403, docs. 95, 101, 103, 114, 128, 154, 218-19, 224-28, 230-36. Revista de Historia Militar, 114 (2013), pp. 11-40. ISSN: 0482-5748


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