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REVISTA DE HISTORIA MILITAR 114

LAS CUATRO VIDAS DE J. F. C. FULLER, UN HETERODOXO EN... 195 En lo personal, este es el ambiente en que se encuentra John Fredercik Charles Fuller a finales de la década de los años veinte y primeros treinta: atacado en sus teorías por la escuela de los políticamente correctos de entonces, postergado en lo militar39, abandonado de todos (su amistad con Liddell Hart había entrado en una época de franca recesión, en parte por lo que dijimos arriba, en parte también por celos entre escritores y quién sabe también si por problemas personales, pues sus respectivas esposas tuvieron por aquella época una Figura 16. ¿Fuller fascista? Cuando Fuller se aproximó a la British Union de Mosley, el fascismo era un movimiento en alza y bien considerado incluso entre las democracias occidentales. El general quiso emplear ese partido como plataforma para conseguir la modernización del Ejército que tanto soñaba (caricatura del autor fuerte discusión; no olvidemos que la mujer de Fuller era al parecer de muy difícil trato, a juzgar por los testimonios directos recogidos por los biógrafos del autor). Por ello, Boney se refugió en su escritura, para la revista Action) tanto para complementar su pensión (fichó como articulista por el Evening Standard, el Daily Mail, Daily Mirror y otros) como para olvidar sus penas… Desde dichas tribunas continuó la lucha por la modernización de su Ejército, con un tono ya claramente beligerante en contra de los políticos y sus antiguos compañeros de armas; un repaso a los títulos de sus artículos en esa época nos da claramente la medida de su estado de ánimo: «We Need One Brain for Our Fighting Forces» (Necesitamos un cerebro para nuestras fuerzas armadas); «Playing at Soldiers» (Jugando a los soldaditos); «Let us Rearm Wisely and Save Money» (Rearmémonos inteligentemente y ahorremos dinero); «Too Many Old Men in the Army» (Demasiados viejos en el Ejército)… Pero la auténtica última batalla en pro de sus ideas la iba a dar en un resbaladizo y polémico terreno. A mediados del año 1934, un Fuller recién 39  A pesar de haber sido ascendido en 1930 a major-general, el último destino «serio» que le ofrecieron en 1931 fue mandar en Bombay una extraña agrupación consistente en dos baterías y un batallón de infantería, un destierro en toda regla para una personalidad como la suya. Fuller dice en sus memorias que «era el peor mando que me podían ofrecer, y me lo ofrecieron como un insulto». Revista de Historia Militar, 114 (2013), pp. 157-236. ISSN: 0482-5748


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