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182 Revista del Instituto Español de Estudios Estratégicos Núm. 0 / 2012 la adquisición por parte de AQMI de capacidades antiaéreas procedentes de Libia.18 El descubrimiento de nacionales nigerianos, miembros de Boko Haram, y chadianos, entrenados en campamentos de AQMI en el verano de 2011, o el incremento de la actividad terrorista y delincuencial en el Sahel en las mismas fechas, llevaba a refor-zar las tesis de la creciente conexión entre AQMI y Boko Haram, por un lado, y a certificar que la guerra en Libia estaba reforzando a la amenaza localizada en la franja africana.19 Sobre esto último, meses después el Ministro británico de Asuntos Exterio-res, William Hague, advertía el 28 de noviembre sobre el riesgo de que mercenarios que habían combatido en Libia pudieran pasar a engrosar las filas de AQMI.20 Un año después de realizarse dichas declaraciones la situación en el norte de Malí, nota-blemente deteriorada desde que las autoridades de Bamako perdieran el control sobre el territorio en los primeros meses de 2012, ha llevado al Consejo de Seguridad de la ONU a aprobar, por unanimidad y el 12 de octubre de este año, la Resolución 2071 que abre la posibilidad de una intervención militar internacional que permita a las autoridades nacionales recuperarlo.21 Una de las grandes dificultades para visualizar el activismo terrorista de AQMI en el Sahel es la complejidad de la región, pues su presencia y sus acciones se solapan con otras preexistentes y de tanta o mayor complejidad que la suya. La actitud levantisca de las poblaciones de los Tuareg en el norte de Malí o de Níger viene de atrás, y la su-perposición ahora de AQMI – y su escisión el Movimiento para la Unicidad del Islam y el Yihad en el África Occidental (MUJAO, en sus siglas en francés) - en la zona lleva a muchos bien a relacionar ambas o bien a intentar separarlas de forma radical.22 Lo mismo ocurre con dicho escenario preexistente y la posible influencia o no del con-flicto generado en Libia en febrero de 2011, una guerra civil en la que la presencia de elementos Tuareg tradicionalmente apoyados por Gadaffi y la desestabilización gene-rada por la guerra en sí y por la terminación de esta ha llevado a relacionar en términos de causa-efecto la desestabilización en Malí en los primeros meses de 2012 con los acontecimientos producidos en Libia. En realidad también podría relacionarse el agra-vamiento de la situación de seguridad en el Sahel en general, y en Malí en particular, con la sequía que desde hace meses azota a toda la región y que hace prever que doce millones de personas necesitarán ayuda de emergencia en los próximos meses. Con 18 � Véase “Recent Highlights ...” CTC Sentinel Vol. 4, nº 10, octubre 2011, p. 26. 19  Véase “AQMI et Boko Haram: la filiation confirmée” El Watan 27 enero 2012, en www.elwatan.org. 20 � Véase “Recent Highlights ...” CTC Sentinel Vol. 5, nº 1, enero 2012, p. 25. 21  Véase ECHEVERRÍA, C.: “¿Estamos cerca de una intervención militar en el norte de Malí?” Atenea Digital, 31 octubre 2012, en www.revistatenea.es. 22  En febrero de 2012 se hablaba en el norte de Malí de la cuarta gran revuelta de los Tuareg, anima-da por los ex combatientes que habían ido regresando bien armados desde Libia, por la sequía de los meses precedentes y dinamizada también por el papel desestabilizador jugado en los últimos años por AQMI, y más recientemente por el MUJAO, en la franja septentrional del país, convertida de hecho en un verdadero erial en materia de seguridad. Véase “Malí. Los tuareg asaltan ciudades del norte” El País 19 enero 2012, p. 6.


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